Capítulo 11
La pregunta de Cecilia, cargada de sollozos, fue como una piedra arrojada a un lago helado, provocando un oleaje violento en el aparentemente sereno corazón de Gustavo.
Sus dedos se cerraron imperceptiblemente alrededor del celular, con fuerza.
—¡¡Viviana! ¡Viviana se fue! ¡Tomó el primer vuelo que encontró y salió del país! ¡Dijo que nunca volverá! ¡¡Gustavo! ¿Estás satisfecho ahora?! —gritó Cecilia, casi fuera de sí, y luego colgó enfurecida.
El tono de línea ocupada sonó con urgencia desde el auricular, mientras Gustavo mantenía la postura de quien aún escucha, congelado en su lugar.
La lámpara de cristal, lujosa, proyectaba una luz tenue sobre su rostro de rasgos marcados. No se percibía ninguna emoción en su expresión, pero en lo profundo de esos ojos oscuros, algo pareció romperse en un santiamén... Aunque de inmediato fue cubierto por una capa aún más densa de hielo.
"¿Se fue?"
"¿Salió del país?"
"¿Ya no volverá jamás?"
Estas frases, unidas como diminutas espinas de hielo, se cl

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