Capítulo 95

Me quedé sin palabras. Todos se quedaron sin palabras. De repente, reinó un silencio. Observé que la expresión de Víctor se tornaba aún más sombría, lo mismo sucedía con María. Suavemente, tiré de la manga de Manuel. Manuel me miró y sonrió: —Ya se ha dicho todo, vamos a sentarnos. Me condujo hasta nuestro asiento. Víctor y María permanecieron inmóviles en su lugar por un largo rato. Esta vez, su visita aquí se convirtió en un duro golpe, y parecía dudar sobre si debería simplemente marcharse. Pero casi todos los presentes eran destacadas figuras del ámbito empresarial de la ciudad, y si Víctor se iba en ese momento, probablemente los demás cambiarían su opinión sobre él. Finalmente, Víctor, con el rostro tenso, se sentó acompañado por María. Noté que la mirada que María dirigía hacia mí era compleja, llena de celos, resentimiento y odio. Bajé la vista para evitar mirarlos. No entendía por qué Manuel había hecho especialmente el esfuerzo de traerme aquí, ni por qué nos encontramos con