Capítulo 23
Le arrebató de un tirón la mochila de alpinismo profesional y el localizador al guardaespaldas, se zafó de sus ataduras y, como un leopardo fuera de control, irrumpió sin temor alguno en aquella zona peligrosa, enfrentando la ventisca.
La nieve y el viento nublaban su visión, y el frío le calaba hasta los huesos. Alfredo avanzaba con dificultad entre la nieve que le llegaba hasta las rodillas, hundiéndose paso a paso, mientras sus gritos eran arrastrados por el viento huracanado. —¡Jacqueline! ¡Jacqueline! ¿Dónde estás? ¡Respóndeme!
El miedo se enroscaba en su corazón como una serpiente helada y venenosa.
No se atrevía a imaginar qué pasaría si la perdía... Solo pensarlo lo dejaba completamente paralizado, un frío más profundo que cualquier temperatura bajo cero.
Una y otra vez, recordaba su cara, su sonrisa, la forma en que lo miraba enfadada, la expresión decidida cuando lo dejó... Cada gesto, cada imagen, grabados a fuego en su alma.
No sabía cuánto tiempo había pasado. Justo cuando

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