Capítulo 11

Ramón condujo de inmediato hacia el hospital y, durante todo el camino, llamó incontables veces a Laura, pero la respuesta siempre era la misma: imposible comunicarse. En la última llamada, al volver a oír ese frío tono electrónico, Ramón, furioso, estrelló el teléfono con fuerza. No sabía por qué, pero sentía un pánico extraño en el corazón, como si algo estuviera a punto de alejarse de él. Pero, ¿cómo podría ser posible? Laura lo amaba tanto. Él había ocultado todo muy bien; debía de ser solo un accidente… Se consoló una y otra vez, sin saber cuántos semáforos en rojo se saltó. En apenas veinte minutos llegó al hospital y se apresuró hasta el sexto piso. El asistente ya lo esperaba allí, empapado en sudor mientras informaba. —Señor Ramón, ya revisamos todo el hospital. La señora Laura no vino para inducir el parto. —¿Y los otros hospitales? ¡Laura está a punto de dar a luz, cómo podría no estar en un hospital! ¿Acaso la trasladaron a otro? —Tampoco. Investigamos que… la señora Laura,