Capítulo 1219

Alberto chocó con la pared y escupió sangre. Las pupilas de Yesenia se contrajeron violentamente y, asustada, dio un gran paso hacia atrás. Benjamín la miró y la comisura de sus labios se curvó. —¿Eres tú, esta mujer, la que maquinaba a nuestras espaldas? Yesenia retrocedió un paso; ¿no había gente cuidando afuera? ¿Cómo había entrado? Ella, aterrada, estuvo a punto de huir, pero Benjamín le dio una patada en la rodilla y ella cayó de rodillas al instante. Alberto, al ver aquella escena, sintió que sus ojos se llenaban de rabia. —¡Benjamín, no te pases de la raya! —exclamó. Benjamín se mostró divertido. —En comparación con que tú nos quites la vida, esto no es nada. Al principio quería que esta mujer muriera de inmediato, pero mi hermana dijo que ahora hay una nueva forma de jugar. ¿Ven esta botella? Está llena de veneno. Ustedes dos tramaron hacernos daño a nuestras espaldas; nosotros, que no perdonamos las afrentas, solo dejaremos que uno de ustedes viva. Ahora veamos quién de los do