Capítulo 248
—¡Lorena, te traje la cena! ¡Lorena, abre la puerta!
A Lorena le dolía la cabeza; quería que Ignacio fuera a abrir, pero al recordar su identidad, se levantó lentamente y le dijo en voz baja:
—Duerme tú primero, voy a decirle unas palabras.
Apenas se bajó de la cama, él la rodeó por la cintura. —No vayas.
Su tono era apagado, se notaba que no estaba de buen ánimo.
Lorena se sintió un poco desconcertada, pero respondió con voz tranquila y serena:
—Ignacio, duerme tú primero.
Él soltó lentamente sus manos, se recostó de nuevo en la cama sin decir nada, cubriéndose la mitad de su cara con la manta.
No se sabía si estaba molesto o simplemente sumido en sus pensamientos.
Lorena tenía la sensación de que él realmente sabía cómo ablandar el corazón de una persona.
Al principio pensaba salir a ver a Yago, pero ya no tenía ánimos, y volvió a acostarse.
—¿Estás de mal humor? Siento que estás muy apagado.
Ignacio se dio la vuelta y la abrazó con fuerza.
Lorena no entendía por qué se sentía tan do

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