Capítulo 291

Por estar cerca de Pedro al hablar, la fragancia de su cuerpo se coló sin querer en la nariz de él, y sus pestañas temblaron varias veces, rozando la palma de Lorena. A ella le hizo cosquillas. Lorena inhaló profundamente, disipando esa leve extrañeza en su interior. —Cierra los ojos primero. Pensó que Pedro se mostraría impaciente, pero para su sorpresa, él obedeció y los cerró sin protestar. Lorena se dio cuenta de repente de que Pedro, esa noche, estaba cooperando mucho con ella. Con su estatus actual, eran incontables las personas que deseaban complacerlo. La diferencia entre sus mundos era tan grande y, sin embargo, él había soportado hasta ahora. Apresuradamente aceleró el proceso, encendió las luces de la habitación y lo empujó hasta dejarlo frente a Sara. Sara estaba sentada en el sofá y, al ver claramente el rostro de Pedro, una profunda impresión de asombro cruzó por su mirada. ¿Ese era el rostro de una persona real? ¿Qué le había pasado a sus piernas? ¿Era algo que no se cur