Capítulo 292

Lorena originalmente quería preguntarle si estaba satisfecho, pero, de forma inexplicable, ahora no se atrevía a hacerlo, como si algo muy peligroso la envolviera. No lograba descifrar lo que él pensaba y tragó saliva. César empujaba la silla de ruedas de Pedro, pasando directamente junto a ella. Debido al imponente aura de Pedro, Lorena se quedó paralizada en el sitio, sin moverse, y no fue hasta que ellos ya habían entrado al ascensor que por fin reaccionó. Se apresuró a abrir la puerta de la habitación y se dirigió al dormitorio. Sara estaba sentada en el sofá, en perfectas condiciones. Sus mejillas estaban completamente rojas y los labios le temblaban de la emoción. Lorena no sabía qué había pasado en esa habitación, así que preguntó rápidamente: —¿Quedó satisfecho contigo? El rostro de Sara se volvió aún más rojo, llegando hasta el cuello. —Supongo que sí... Se quedó mirándome fijamente sin decir nada. Lorena soltó un suspiro de alivio. Pedro rara vez se quedaba mirando a alguien