Capítulo 314
Después de encargarse de los asuntos del Grupo Martínez, Andrés se dirigió a la base.
Sótano.
Andrés se quedó de pie a unos tres o cuatro metros de distancia de Valentina.
—¡Andi! ¡Andi, que alegría por fin viniste a verme! —Al ver a Andrés, Valentina gritó y lloró como una loca, intentando correr hacia él.
Tenía la voz muy ronca, y al gritar de ese modo resultaba casi aterradora.
Pero sus manos y pies estaban atados; las cuerdas sujetas a una puerta de hierro a un lado. Valentina estaba amarrada como un miserable perro, sin el más mínimo de dignidad.
Andrés sorprendido, con una presión aterradora a su alrededor.
—¿Quién te dio permiso para llamarme de esa manera?
Valentina quedó petrificada al escucharlo, y de pronto sonrió con amargura.
—¿Por qué no puedo llamarte así? ¿Quieres que te llame hermano? —Su expresión era algo extraña. Sonrió. Si quieres también puedo llamarte hermano; siempre me han encantado los hermanos.
Andrés se inquietó aún más. —¿Sabes lo que estás diciendo?
—¡Clar

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