Capítulo 16

Las pupilas de Baltasar se contrajeron de repente. Todo su cuerpo temblaba; no encontraba palabras para refutar o defenderse. Jimena soltó una risa extraña. Mientras reía, lágrimas brotaron de sus ojos. Amaba tanto a Baltasar que, por él, casi murió hace dos años. ¡Solo le faltó un poco más! Por Baltasar, incluso podía renunciar a su vida, ¿podía Antonia hacer lo mismo? ¡No, no podía! Solo ella tenía derecho a estar al lado de Baltasar. Solo hizo que alguien diera una lección a Antonia, para que ella entendiera quién era la mujer más digna de Baltasar. ¡Ella era la más adecuada para estar a su lado, para ser llamada —la señora Figueroa— por los demás! Pero Baltasar, por Antonia, ¡llegó a patear hasta la muerte a su propio hijo! Ver el sufrimiento de Baltasar la hacía sentir tanto tristeza como placer. Pensar que él no le importaba su vida, le hacía desear matarlo con un cuchillo, pero no podía soportar hacerlo. Reía como loca, pero luego, de repente, rompía a llorar. Su mente estaba al