Capítulo 309
Absolutamente nadie, ni papá ni los demás, pueden darse cuenta de nada inusual.
—Sí, quiero hablar contigo, ¿podemos ir allí a hablar? —propuso Carmen con una actitud muy humilde.
Ana alzó una ceja y asintió:—Está bien.
Las dos se alejaron un poco.
Diego y los demás las observaban, curiosos por saber qué se dirían.
—¿Será que Carmen se está humillando y pidiendo a Ana que no discutan más? —especuló Sergio, frunciendo el ceño.
José estaba algo preocupado por Carmen; ella siempre había sido comprensiva y tenía una personalidad delicada. Frente a la imponente Ana, Carmen ciertamente era fácil de intimidar. Por eso, no quitaba ojo de encima de ellas, listo para intervenir si Ana se atrevía a lastimar a Carmen.
Por su parte, Gustavo se acercó a Diego, luciendo muy preocupado:—Papá, tenemos que estar preparados mentalmente. Creo que la situación de mamá no es buena, parece que se rompió ambas piernas.
La expresión de Diego cambió drásticamente:—Confía en los doctores, ellos arreglarán sus p

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