Capítulo 18

Dos años después, el plan del oeste de Ángeles y Julián llegó a su fin. Regresaron a Ciudad de la Montaña Dorada y, con una rapidez vertiginosa, se comprometieron. Julián tomó la mano de Ángeles, con una expresión llena de felicidad. —Qué suerte que fui contigo al plan del oeste. Si no, jamás habría encontrado a una esposa tan maravillosa. —¿Aún no celebramos la boda y ya me llamas tu esposa? Pero Julián no se molestó. Simplemente entrelazó sus dedos con los de Ángeles y, una y otra vez, le susurraba cariñosamente al oído: —Esposa. La boda se organizó de manera grandiosa, y todos los adornos eran del gusto de Ángeles. Ángeles y Julián intercambiaron anillos ante la mirada de todos. Después, animados por los vítores de los presentes, se fundieron en un beso de amor. Durante el banquete, Julián la abrazó protectoramente y anunció: —Los que quieran brindar, que vengan conmigo. Mi esposa tiene el estómago delicado y no puede tomar alcohol. En ese momento, Ángeles sintió una felicidad plena