Capítulo 28

En aquel entonces, él estaba dos cursos por delante de ella; era el hijo prodigio que todos admiraban, el centro de atención, rodeado constantemente de todo tipo de chicas hermosas. Y ella... solo era la más insignificante entre la multitud. Sus ojos se enrojecieron de forma incontrolable. Pronto, se terminó hasta la última gota de la pequeña taza de fideos, sin dejar ni el caldo. David dejó los cubiertos y se limpió la comisura de los labios con una servilleta. Esa había sido la única cena que ella le había preparado como su esposa. ¡Él la había probado! Alzó la mirada hacia ella, inexpresivo. —Mañana a las diez, ven a la empresa para firmar el acuerdo. —Además, te daré cuarenta y dos millones de dólares. —Considéralo como una compensación por estos tres años. La villa en la que solías vivir también la transferiré a tu nombre; no tienes por qué seguir viviendo en este lugar pequeño. Su tono era tan sereno como si hablara de un simple negocio. Aunque ella había dejado claro que, tras e