Webfic
Open the Webfic App to read more wonderful content

Capítulo 8

Bianca escuchó en silencio, inexpresiva, salvo por la mano apoyada sobre sus rodillas, que se cerró con fuerza hasta que las uñas se hundieron en la palma de su mano. —Iremos al hospital —dijo de pronto, con una voz ronca y desgastada. El asistente vaciló. —El jefe ordenó llevarla de vuelta a... —Al hospital —repitió Bianca, serena pero con una firmeza tajante que no admitía objeción—. Ahora mismo. El asistente dudó unos segundos, pero al final giró el volante. El auto se detuvo bajo la torre VIP del hospital. Bianca abrió la puerta y, reuniendo todas sus fuerzas, logró mantenerse en pie. Avanzó paso a paso hacia la habitación custodiada por guardias en cada entrada. A través del ventanal, lo vio. Félix, impecable en un traje de corte costoso, sujetaba con fuerza la mano de Viviana sobre la cama. En sus ojos ardía una ansiedad y un miedo que Bianca nunca le había visto antes, junto con un dolor denso, imposible de disipar. El médico, a un lado, hablaba con expresión grave. De pronto, Félix levantó la cabeza, dominado por la emoción. —Si no hay donante compatible por ahora, entonces usen el mío. ¡Mi corazón es suyo! ¿Qué pruebas necesitan? ¡Hagámoslo ya! —Señor Félix, por favor, cálmese. —Lo interrumpió el médico con premura—. Un trasplante de corazón no es algo que se haga a la ligera. Requiere una compatibilidad estricta de sangre y tejidos. Su tipo sanguíneo no es compatible con el de la señorita Viviana. Si se realiza de manera forzada, el rechazo sería letal... —¡Entonces encuentren la forma! —Félix prácticamente rugió, apretándose la frente con desesperación. Su voz temblaba de impotencia y una obstinación que rayaba en la locura—. ¡No importa cuánto cueste ni qué medios usen, debo salvarla! Bianca quedó paralizada en el pasillo, como clavada al suelo helado. Observó a Félix desbordarse de angustia por otra mujer, perder la razón, hasta querer arrancarse el propio corazón para dárselo. Un dolor lacerante le apretó el pecho; se sostuvo de la pared y, lentamente, se dejó caer, mientras las lágrimas corrían en silencio. De pronto recordó... Su grupo sanguíneo era igual al de Viviana. Una idea brotó en su mente y ya no pudo sofocarla. Se enjugó el llanto y, sola, se dirigió al despacho médico para solicitar la prueba de compatibilidad. El resultado llegó pronto. Compatibilidad total. Condiciones perfectas para la donación. Con el informe en mano, Bianca se quedó al final del pasillo, mirando el cielo grisáceo tras la ventana. Una sonrisa tenue le cruzó los labios. Está bien. De todas formas, le quedaba poco tiempo de vida. Podía entregar ese corazón como último obsequio para Félix. Por el resto de su vida, que fuera Viviana quien lo acompañara. Así, de paso, también saldaba la deuda de aquel favor que le debía a Nuria. Sin titubear, firmó el acuerdo de donación voluntaria. La punta de la pluma raspó el papel con un murmullo seco, como un punto final escrito para una vida breve y amarga. De regreso en la mansión, su cuerpo se debilitaba cada día más; las hemorragias eran más frecuentes. Pero siempre las ocultaba, limpiando en silencio sin que nadie lo supiera. Esa noche, Félix volvió borracho. Entró tambaleante en la habitación de Bianca y la abrazó por detrás, con el aliento ardiente contra su cuello. Bianca se tensó, y escuchó sus palabras, confusas y entrecortadas. —Vivi... No tengas miedo... Voy a salvarte... Cada palabra era como una estaca, que la atravesaba sin piedad. Félix, sin duda... Había caído rendido ante Viviana. Bianca tembló de dolor, pero aun así levantó la mano para acariciarle suavemente el cabello. Las lágrimas se deslizaron en silencio, empapando la almohada. "Félix, tú prometiste amarme toda la vida". "Solo han pasado cinco años... Y ya amas a otra". "Aunque quizá sea lo mejor". "Ya no me amas. Y eso está bien". "De ahora en adelante... Deja que sea Viviana quien esté a tu lado". Al amanecer, Bianca bajó las escaleras y lo encontró en la sala, impecablemente vestido con su traje, atendiendo una llamada. —¿De verdad encontraron a alguien? ¿Un donante vivo? ¿De manera voluntaria? —Su voz temblaba de incredulidad y alivio—. Perfecto. ¡Voy enseguida! Colgó con un gesto que, tras días de tensión, al fin se suavizaba. Incluso una ligera sonrisa asomó en sus labios. Pero al girarse, sus ojos se toparon con Bianca en el umbral de la escalera. La frialdad volvió al instante a su mirada. —Estaré muy ocupado estos días. No tendré tiempo para ti. Compórtate y no me causes problemas. Dicho eso, salió con paso firme.

© Webfic, All rights reserved

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.