Webfic
Open the Webfic App to read more wonderful content

Capítulo 7

Los amigos de Mariana vieron alejarse el carro de Nicolás, llenos de rabia, pero solo pudieron llevarla al hospital. Cuando despertó, a su lado solo había una enfermera. —¿Despertaste? Por suerte, tus amigos te trajeron a tiempo. Tuvieron que irse por un asunto urgente, pero me pidieron que te avisara cuando despertaras... —No los molesten. —Interrumpió Mariana, con voz débil. —Puedo sola. La enfermera la miró con compasión: —Pero necesita que alguien la cuide... —Siempre he podido sola. —Cerró los ojos y apretó los labios Desde entonces, comenzó otro largo y solitario periodo de recuperación. Comía, se curaba y soportaba el dolor sin nadie que la acompañara. El día del alta regresó a la villa, donde solo había silencio. Comenzó a empacar. Todo lo que alguna vez había comprado con ilusión regalos, objetos de pareja, lo fue tirando a la basura. Mientras limpiaba las últimas cajas, la puerta se abrió de golpe. Nicolás entró con un brazo alrededor de Antonella. Sin mirarla, dio órdenes al mayordomo: —Antonella necesita descansar. Se quedará aquí un tiempo. Preparen la habitación principal, la que tiene mejor iluminación. Cámbienlo todo: sábanas, muebles, decoración, todo nuevo. A ella le gusta el color rosa, así que asegúrense de que la habitación esté llena de rosas frescas todos los días. Su tono era cuidadoso, casi tierno, detallando cada cosa con seriedad. Desde la escalera, Mariana escuchaba cada palabra como si fueran trozos de hielo. Recordó cuando se mudó a esa casa. Nicolás no la acompañó; solo envió a su asistente con una orden fría: —Si te falta algo, díselo al mayordomo. Ahora entendía lo que era amar sin ser amada. Bajó la cabeza, dispuesta a subir sin decir una palabra. —¡Detente! —Gritó Antonella. —¿Por qué llevas un vestido del mismo color que la camisa de Nicolás? Mariana se quedó perpleja y recién entonces notó que él llevaba una camisa azul oscuro, mientras que ella vestía un vestido del mismo tono. Solo eran colores parecidos. Pero Antonella ya estaba montando una escena, abrazándose al cuello de Nicolás: —¡Nicolás es solo mío! ¡Nadie más puede vestir el mismo color que él! ¡Quítatelo! ¡Ahora mismo! —Esto es solo una coincidencia. —Dijo Mariana, incrédula. —¡No me importa! ¡Quítatelo! —Gritó Antonella, lanzándose al pecho de Nicolás. —¡Nicolás, Mariana me está molestando! El rostro de Nicolás se endureció. Sin dudar, ordenó: —¿No oyeron lo que dijo Antonella? Ayúdenla a quitarle la ropa. —¡Nicolás! ¡Te atreves! —Mariana retrocedió horrorizada. Los sirvientes obedecieron al instante, ignorando sus gritos y desgarrándole el vestido. —¡Sshhhrrr! El sonido del vestido al rasgarse llenó la estancia. En segundos, Mariana quedó en ropa interior, temblando bajo las miradas compasivas de los sirvientes. La vergüenza y la rabia la destrozaban. La voz fría de Nicolás cortó el silencio: —Evita usar el mismo color que yo. No quiero que Antonella se sienta mal. La próxima vez no será solo la ropa. Mariana tembló y, rota, se arrastró de regreso a su habitación.

© Webfic, All rights reserved

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.