Capítulo 3
Después de vendarse la herida, Daniela estaba a punto de irse, pero se encontró con él justo en la puerta del quirófano.
Una enfermera salió apresurada: —¡Señor Jorge, la paciente tiene una hemorragia severa y es sangre Rh negativa, un tipo de sangre muy poco común! ¿Algún familiar puede donarle?
El rostro de Jorge palideció al instante. Miró a su alrededor y, al ver a Daniela, sus ojos se iluminaron de inmediato.
Caminó rápidamente hacia ella y la tomó de la muñeca: —Dani, recuerdo que tú también eres Rh negativa, ¿cierto? Camila se lastimó gravemente, por favor, ayúdala.
Daniela sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.
Jorge sabía perfectamente que Daniela era anémica.
El año pasado, Daniela se había desmayado por anemia y Jorge estuvo tan preocupado que casi pierde el control en el hospital.
Pero ahora, Jorge quería que Daniela, aun siendo anémica, salvara a otra mujer...
—Solo será un poco. —Jorge insistió con urgencia, apretando más su mano: —¡No puede esperar!
Sin darle oportunidad de responder, Jorge empujó a Daniela al cuarto de donación de sangre.
En el momento en que la aguja penetró su vena, Daniela cerró los ojos.
Le extrajeron rápidamente 600 cc de sangre. El rostro de Daniela se fue poniendo cada vez más pálido.
Jorge permaneció a un lado, mirando ansioso hacia el quirófano, sin voltear a verla ni una sola vez.
Al terminar la extracción, las piernas de Daniela estaban tan débiles que casi se desmaya.
Fue entonces cuando Jorge reaccionó y la sostuvo rápidamente: —Perdóname, Dani... Sé que te preocupa el bebé, tranquila, las enfermeras saben cuánto extraer. Si no estás segura, ahora mismo hago que el médico te revise.
Sin darle oportunidad a oponerse, llevó a Daniela a la sala de exámenes, y enseguida el médico salió con los resultados en la mano.
Jorge se acercó de inmediato: —¿Cómo está el bebé?
El médico lo miró sorprendido: —¿El qué? No hay ningún bebé...
—¡Señor Jorge! — apareció una enfermera corriendo: —La señorita Camila ha estado llamándolo durante toda la cirugía, ¿puede entrar a acompañarla y animarla para que luche por su vida?
Jorge no dudó ni un segundo y se dio la vuelta para entrar rápidamente al quirófano.
El médico miró a Daniela con intención de decir algo, pero solo preguntó: —Señora Reyes, ¿el señor Jorge no sabe que usted perdió al bebé?
Daniela sonrió y negó con la cabeza: —No lo sabe, y de ahora en adelante, tampoco hace falta.
Al salir del hospital, el atardecer era perfecto.
Daniela, pálida, miró la puesta de sol teñida de rojo en el horizonte y, de repente, recordó que en la universidad Jorge le había prometido llevarla a ver el atardecer más hermoso del mundo.
El atardecer seguía ahí, pero ellos ya no podían regresar a ese pasado.
Daniela se quedó en casa recuperándose toda una semana.
Después de aquella donación, su cuerpo quedó muy debilitado, sufría de mareos frecuentes y le costaba incluso levantarse de la cama.
Las empleadas estaban tan preocupadas que querían llamarlo, pero ella las detuvo.
—No es necesario. —dijo, recostada y débil, sobre la cabecera de la cama: —Él está ocupado.
Sabía perfectamente en qué estaba ocupado Jorge...
Estaba cuidando a Camila.
En Instagram, ella presumía todos los días lo bien que Jorge la trataba.
Él le daba sopa en la boca, la acompañaba a sus chequeos prenatales, e incluso salía de madrugada para comprarle ciruelas cuando se le antojaban...
Tan atento que parecía haber olvidado por completo a su verdadera esposa.
Hasta que un día, Jorge por fin regresó.
—Un amigo está organizando una reunión en su casa para celebrar el nacimiento de su bebé. —dijo Jorge, eligiendo una corbata frente al vestidor: —Dani, ven conmigo.
Ella no dijo nada, simplemente se cambió en silencio y lo siguió fuera de la casa.
Pero cuando abrió la puerta del copiloto, vio a Camila sentada allí.
—Daniela. —dijo Camila con una sonrisa tímida: —Estaba aburrida en el hospital, así que le pedí a Jorge que me trajera. Me mareo en el auto, por eso estoy sentada adelante... ¿No te incomoda?
Los dedos de Daniela quedaron suspendidos en el aire durante bastante tiempo antes de retirarse: —No, no me molesta.
Se sentó en silencio en la parte trasera, observando las figuras de Jorge y Camila en el asiento delantero.
Él, atento, bajó el aire acondicionado para Camila y le dio una almohada para la espalda.
Toda esa ternura que antes era solo para Daniela, ahora se dirigía hacia otra persona.
Durante la fiesta, Jorge estuvo pendiente de Camila en todo momento, sin notar cómo los demás miraban a Daniela.
El murmullo de las conversaciones llegaba a los oídos de Daniela:
—El jefe Jorge es digno de lástima, amaba tanto a su esposa y al final terminó embarazada del secuestrador...
—¿No dijeron que la habían violado?
—¿Qué violación ni qué nada? ¿Acaso la señorita Camila no fue secuestrada al mismo tiempo? ¿Por qué a ella no le pasó nada? Eso fue cosa de Daniela, que siempre fue una zorra.
—Desde hace tiempo se veía que era brincona. Para salvarse, sedujo al secuestrador y le hizo la vida imposible al jefe Jorge. Por eso, borracho, terminó con la señorita Camila y así quedó embarazada...