Capítulo 5
Al ser sorprendida empacando su equipaje, Daniela no mostró la menor señal de nerviosismo.
Ella acomodaba tranquilamente la ropa entre sus manos, su voz era serena: —Después de quedar embarazada, ya no puedo usar esta ropa, pienso donarla.
La tensión de Jorge finalmente se suavizó.
Se burló de sí mismo por ser tan paranoico.
Dani lo amaba tanto, ¿cómo podría siquiera pensar en irse?
Además, aunque Daniela quisiera marcharse, él no lo permitiría, mucho menos firmaría los papeles del divorcio.
—Compra todo nuevo. —Le entregó una tarjeta negra, hablándole con ternura: —´Úsala como quieras, la cantidad que gustes.
Daniela asintió levemente y la tomó, pero en el instante en que sus dedos se rozaron, retiró la mano rápidamente, como si hubiera tocado algo repugnante.
Jorge no notó aquella reacción inusual. Tras dudar un momento, añadió: —Estos días Camila ha estado con náuseas muy fuertes, no puede estar sola... Pienso irme a vivir con ella unos días.
Hizo una pausa, como si de repente recordara algo: —He visto que no has tenido muchos síntomas del embarazo, así que te pido que seas comprensiva con ella, ¿sí?
Los dedos de Daniela temblaron ligeramente.
La razón por la que no tenía náuseas era porque ya no estaba embarazada.
Daniela forzó una sonrisa, pero al final no dijo nada.
En los días siguientes, casi a diario, Daniela veía en las noticias la devoción de Jorge hacia Camila.
#El jefe de Corporativo Armonía derrocha dinero en una mujer hermosa#
#Jorge compra ciruelas para Camila a altas horas de la noche#
#Así es como debería ser el amor#
En la sección de comentarios, los internautas la mencionaban una y otra vez para atacarla:
[¿Cómo puede seguir viviendo con dignidad alguien tan despreciable como Daniela?]
[Dicen que los secuestradores la ultrajaron toda la noche, ¡qué asco!]
[¡Pobre jefe Jorge, le fueron infiel y aún así tiene que fingir ser generoso!]
Cada comentario era como una puñalada directa a su corazón.
Daniela apagó el celular y se dijo a sí misma: muy pronto todo esto acabará.
Cuando terminó de empacar, citó a algunos amigos cercanos para despedirse.
Todas sus amigas conocían la verdad; al verla, se les llenaron los ojos de lágrimas a raíz de la rabia, rebosantes de indignación.
—Jorge te cortejó de una forma tan impresionante en su momento, ¿y ahora te trata tan mal...?
—¡Exacto! ¿Qué es eso de "soportar los rumores un rato"? No sabe que a veces los chismes pueden matar a una persona.
Daniela solo sonrió y negó con la cabeza: —Ya está, todo terminará pronto.
En ese momento, sus amigas se sintieron un poco aliviadas, tomándole la mano con simpatía.
—Sí, nuestra Dani es tan buena, merece a alguien mucho mejor. Jorge no supo valorarla, ¡bien hecho! ¡que se quede solo por siempre!
Esa comida de despedida estuvo cargada de tristeza.
Acabado todo, se despidieron con un abrazo.
Tras despedirse una a una de sus amigas, Daniela salió del restaurante.
Estaba a punto de subir al auto cuando, de repente, dos figuras salieron corriendo entre la multitud y cayeron de rodillas ante ella con un: ¡pum!
—Señorita Daniela, se lo rogamos, deje que Camila y Jorge estén juntos... —El padre de Camila, Orlando, y su madre, Alicia, hacían reverencias frenéticas: —Camila ha amado a Jorge desde pequeña, pero siempre supo que en el corazón del jefe Jorge solo estabas tú, así que solo podía cuidar de él en silencio...
—Pero ahora tú eres quien traicionó a Jorge, rompiéndole el corazón, y Camila espera un hijo suyo. Por favor, deja que formen una familia.
El rostro de Daniela palideció.
Intentó marcharse, pero Alicia la sujetó fuertemente del dobladillo del vestido.
La multitud alrededor crecía y la gente comenzaba a señalar:
—¿Esa es la señora Reyes que sedujo a los secuestradores?
—Qué descarada, y todavía se atreve a salir a la calle...
¡Paf!
Un huevo se estrelló contra el hombro de Daniela y la yema escurrió por su vestido blanco.
Después siguieron tomates podridos, bebidas a medio terminar, incluso piedras; todo le fue lanzado.
Daniela intentó irse, pero Alicia seguía sujetando con fuerza su vestido.
Se zafó con todas sus fuerzas y, de repente, Orlando y Alicia cayeron hacia atrás, golpeándose la frente "accidentalmente" contra la banqueta, de inmediato comenzó a brotar sangre.
La multitud se exaltó de golpe, gritando a todo pulmón.
—¡Mató a alguien! ¡Daniela mató a alguien!