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Capítulo 8

«No te preocupes tanto. Solo tienes tres conferencias hoy. Tendrás que soportar arriesgar tu vida por tres conferencias. Dos son en la mañana y una es en la tarde; y el alfa no vendrá temprano en la mañana, ¿cierto? Puedes hacerlo, Alexis. El miedo está en tu cerebro. Con el pendiente, nadie reconocerá tu verdadera identidad. Recuerda que lograste matar a varios solitarios, y entrar y salir de varias manadas sin que nadie detectara tu olor, así que puedes hacerlo. Eres increíble, y saldrás de este problema también. No permitas que se desperdicie un año de esfuerzos». Me preparaba mentalmente para enfrentar aquel día. —¿Estás bien, Lexi? Te ves algo pálida. ¿Estás enferma de vedad? —preguntó Audrey al ver que yo llevaba más de veinte minutos parada frente al espejo. ¿Acaso yo estaba bien? ¿Cómo podía estar bien? No sabía por qué tenía la sensación de que me iban a descubrir desde que supe que el alfa venía a inspeccionar la universidad. Intentaba convencerme de que podía hacerlo y que asistiría a las conferencias, pero, por más que lo intentaba, las piernas se me convertían en gelatina cuando me pasaba por la cabeza la imagen del alfa más temido en todo el mundo. Todos le temían por alguna razón. Nunca lo había visto, porque la información sobre él solo la manejaba el consejo, y no podía investigarlo sin ofrecerles una razón. Además, nunca había sentido la necesidad de informarme sobre él; pero tenía algo claro: nuestros caminos jamás debían cruzarse. Y jamás imaginé que eso ocurriría. Supongo que tenía eso que llaman «un destino maldito». Mi única bendición eran mis amigos. —Sí… ¿Estás lista? Vamos, o llegaremos tarde —contesté y fingí la mejor sonrisa posible. —Hace media hora que estoy aquí sentada y lista, pero tú llevas veinte minutos mirándote en el espejo. ¿Te preocupa tu imagen frente al fundador de la universidad? No te preocupes, cariño; hasta enferma eres la chica más linda de toda la escuela. —Audrey me guiñó un ojo y Shane entró en la habitación antes de que pudiera contestar. —¿No sabes llamar a la puerta, Shane? ¡Es una habitación de chicas, por dios! —gritó Audrey con los ojos abiertos de par en par. Luego me miró con una expresión de disculpa, pero le quité importancia al asunto con un gesto de mi mano. No tenía energía para sentirme ofendida por nada más. Mi vida y todos mis logros durante un año estaban en peligro. Mi cerebro estaba demasiado ocupado para preocuparse por tonterías. —Lo siento, cariño, pensé que estabas sola. No sabía que Lexi estaba aquí —respondió Shane en tono de disculpa cuando salí de la habitación y me uní a ellos. —No es nada —dije mientras tomaba mi bolso. Mi corazón se estremeció al ver aquella hermosa pareja. Yo estaría como ellos si mi pareja no hubiera resultado ser un imbécil. Si hubiera sido tan cariñoso como lo era Shane con Audrey, nada me hubiera sucedido. Viviríamos felices en la manada y, aunque todos fueran odiosos conmigo, el amor de mi pareja hubiera compensado por ello y me hubieran respetado por ser su luna. Hubiera sido tan romántico… «Vamos. Deja de soñar y crear escenarios que no serán reales; o sea, comienza a vivir en el presente. Y nuestro presente es que hoy vamos a enfrentar al alfa más peligroso del mundo». Ariana, mi supuesto lobo interior, gruñía y, como siempre, la ignoré. Una vez que llegamos al recinto universitario, miré a Audrey y Shane y mis ojos se llenaron de humedad. Sabía que debía hacer algo difícil, pero tenía que dejarlo claro. Había roto varias leyes y era el momento de dejar el apartamento de ellos y buscar otro sitio de forma temporal. No quería que tuvieran problemas por mi culpa. Eran de las pocas personas que me habían aceptado, y hubiera sacrificado mi vida por ellos. Respiré profundo, pues sabía que iba a ser difícil, y los miré por un instante antes de hablar. —Chicos, faltan algunos minutos para que empiece la conferencia. ¿Podemos hablar? —Por supuesto, Lexi, te escuchamos —respondió Audrey con una sonrisa brillante, lo que hizo que me sintiera aún peor. —Yo… dejaré mi habitación. —¿Cómo que dejarás tu habitación? Te recuerdo que si vuelves a irte a algunos de tus viajes ya te faltan bastantes puntos y… —No, no me voy de viaje; solo dejaré mi habitación. Yo… voy a vivir separada a partir de ahora —la interrumpí y ella reaccionó sorprendida. —Lex, si se trata de lo que ocurrió esta mañana, lo lamento, pero... —No se trata de eso. Creo que necesito comenzar a vivir sola. Ustedes me han mimado durante mucho tiempo —interrumpí también a Shane. —¿De qué hablas? Tú pagas el sesenta por ciento de la renta, y además compras comida a diario. ¿Cómo que nosotros te mimamos? Más bien vivimos ahí gracias a ti —dijo Audrey, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Luego tomó mi mano entre las suyas. Me rompía el corazón verla así y sus lágrimas me derretían por dentro. «Debilucha», dijo mi conciencia, Ariana, y sentí deseos de abofetear a aquella falsa loba interior que me interrumpía en momentos como aquel y me hacía sentir como una niña. —Oye, no me voy para siempre. ¿Recuerdas que mencioné una vez que tenía una casa junto al río? Me iré a vivir allí por un tiempo. Prometo que será temporal. —Le sonreí para tranquilizarla y me estremecí ante la promesa que acababa de hacer. Tendría que cumplirlo, pues odiaba romper promesas, y menos decepcionar a quienes se las hacía. —¿Estás segura de que no lo haces por mi culpa? —preguntó Shane y me hizo sentir culpable. —No se trata de eso, lo prometo. Ustedes son lo mejor que me ha dado esta universidad, lo digo en serio. Vamos a clases —añadí y los abracé. —Pero promete que nos veremos todos los días —dijo Audrey, y su inocencia me hizo sonreír. Si ellos hubieran sabido el tipo de monstruo que yo era, jamás se habrían acercado a mí; en su lugar, me hubieran tenido miedo y habrían huido. Pensar en ello me hizo sonreír con amargura. Di media vuelta y me dirigí a mi departamento. De repente, sentí el sonido de una notificación en mi celular. Revisé el mensaje y vi que era del foro de la escuela. «¡Oigan, el fundador de la universidad ya pasó por aquí!». «Es muy apuesto». «Dice mi profesor que visitará primero el Departamento de Biotecnología, pues le interesa mucho». «No puedo esperar a conocerlo. Dicen mis amigos que ya entró al pasillo». Leí el último comentario del hilo y me detuve. ¿El Departamento de Biotecnología? ¿Por qué a aquel asesino le interesaba la biotecnología? ¿Acaso patrocinaba algún experimento sobre el acónito en el nombre de la innovación? Al pensar en aquello, mis ojos se abrieron de par en par. Lo que fuera que se traía entre manos no podía ser nada bueno; pero la cuestión principal que me preocupaba era si entrar a la conferencia o esperar a que saliera del departamento. ¿Por qué me preocupaba? Pues porque yo estudiaba biotecnología. Era mi asignatura favorita y la adoraba. Me encontraba parada en medio del pasillo sin todavía decidir si entraba al departamento o no, cuando me llegó su olor; el olor de los lobos. Alcé los ojos de la pantalla del celular y encontré a cinco pares de ojos que me miraban con una mezcla de sospecha y confusión. ¿Podría tener una segunda oportunidad en la vida? ¿Acaso alguien podía hacer retroceder el tiempo por veinte minutos para poder escapar? «No, cariño. Nada de eso ocurrirá. Tú y yo debemos enfrentar esto». Ignoré a Ariana. «Gracias, señorita Obviedad», pensé y volví a mirar al frente.

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