Capítulo 320
Cuando regresó al hospital, era la hora del almuerzo. RK la envió de vuelta a la habitación y bajó las escaleras para comprar la comida. Stella yacía rígida sobre la cama. Su corazón estaba contrariado. Aquellos últimos dos días, había descubierto secretos tan impactantes que parecían los de la serie de televisión que solía ver en el pasado. Tenía la sensación de que nada de eso era real. ¿Por qué tenía lidiar con semejantes problemas?
Observó el florero con jacintos que decoraba la mesa y volvió a sumergirse en sus pensamientos.
Entonces, alguien llamó a la puerta. Stella, llena de curiosidad se apresuró a decir "adelante" y, enseguida, la puerta se abrió.
Apareció un hombre que sostenía un ramo de jacintos.
"Hola, ¿eres la señorita Stella Richard?".
"Sí, soy yo". Stella lo miró con atención. Por mucho que lo observó no consiguió identificarlo.
"Estas flores son para ti", anunció y puso el ramo sobre la mesa, a un costado.
"¿Quién te pidió que me las entregaras?", preguntó emocionada. En la tarjeta, leyó: "Te deseo una pronta recuperación". Al parecer las había enviado la misma persona.
"Un caballero. Compró jacintos para un mes y me pidió que cada día trajera un ramo a esta habitación", explicó el repartidor con honestidad.
"¿Un caballero? ¿Qué clase de caballero? ¿Tiene su información de contacto? ¿O podría encontrarlo?".
Desde luego, la ráfaga de preguntas de Stella dejó paralizado al joven. Enmudeció por unos segundos y bajó la cabeza absorto en sus pensamientos.
"El caballero pidió las flores anteayer. Parecía de buen humor. A primera vista, lucía como un hombre rico, algo viejo, probablemente de mediana edad. Pagó un mes de ramos de jacintos y me ordenó que te los enviara a ti. Luego, se marchó. No tengo su información de contacto", respondió el joven repartidor.
"Entonces, ¿recuerdas algún detalle distintivo? Por ejemplo: ¿sabes dónde puedo encontrarlo?, o ¿cómo era su apariencia?".
El joven negó con la cabeza.
Stella frunció el ceño.
Cuando el repartidor se marchó, ella volvió a hundirse en una profunda melancolía.
Por desgracia, la vida estaba repleta de realidades dolorosas e incomprensibles. No quería pensar más en ellas. En cualquier caso, lo que tenía que pasar, pasaría, y lo que no, se esfumaría. Por mucho que lo pensara, no entendía si aquellas realidades la asaltaban por sorpresa o si simplemente no las veía. Quería soltarlas y dejar que evolucionaran solas.
Sin embargo, ¿por qué RK había tenido que salir justo en ese momento a comprar el almuerzo? ¡Qué frustrante!
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Cuando RK llegó al restaurante favorito de Stella para comprar el almuerzo, el dueño le entregó una bolsa con platos exquisitos. RK estaba confundido, pero antes de que pudiera hablar, el dueño le puso la bolsa entre las manos.
"Hace dos días vino un cliente y me indicó que, si tú volvías, te ofreciera más comida deliciosa y saludable, y dejó todo pago". El dueño esbozó una sonrisa amable. "Este hombre me explicó que tu novia está en el hospital a raíz de un accidente y que requiere alimentación especial":
RK estaba estupefacto. ¿Quién di*blos era este hombre y por qué estaba enterado de su vida?
"¿Cómo luce el caballero? ¿Es viejo o joven? ¿Tiene algún rasgo distintivo?", le preguntó RK, con el presentimiento de que podría tratarse del tío de Stella.
"Bueno... Era un señor muy elegante y un poco mayor, así que supuse que sería el padre o el tío de tu novia", explicó el dueño de la tienda.
"¡Está bien, gracias, amigo!".
"De nada. Te veo a la próxima".
Cuando salió del restaurante, RK tuvo la sensación de que algo andaba mal. Al parecer aquel hombre misterioso tenía poder. No era un tipo simple. ¿Cómo es que era tan cercano a ellos, pero nunca aparecía? ¿De verdad era el tío de Stella? ¿Cómo se había enterado de su accidente? ¿Acaso la vigilaba desde hacía mucho tiempo? Y si ese era el caso, ¿por qué se mantenía oculto?
Tenía tantas preguntas que sintió que podría escribir un libro titulado los "20.000 interrogantes" o "las dudas interminables de RK".
En los últimos días, habían ocurrido eventos inesperados y extraños. Era imposible no levantar sospechas.
Al regresar a la habitación, vio que Stella estaba acostada escuchando música y mirando su celular. Cuando se le acercó, descubrió que estaba leyendo una novela.
No pudo contener su admiración. Era una mujer muy inteligente. Incluso en un momento como ese, no perdía su pasión por las novelas y las disfrutaba mucho. Él estaba casi junto a ella, pero ella, absorta en la lectura, no lo había visto.
Al levantar la vista, se dio cuenta de que había un ramo de jacintos frescos sobre la mesa.