Capítulo 321
"Oye, RK, ¿crees que pueda escribir una novela a partir de mis experiencias y publicarla?", preguntó Stella después de cerrar el libro y alzar la cabeza.
RK parecía estar absorto en sus pensamientos cuando Stella notó por fin su existencia.
"Olvídalo. Con tu nivel, aunque lograras escribirla, los lectores se molestarán. ¿Quién será el héroe? Yo, ¿cierto?", se apresuró a protestar.
Aunque al parecer no quería hablar de aquel libro, un segundo después ya estaba preocupado por quién sería el héroe.
"Por favor, no tendría nada que ver contigo. Además, ¿acaso crees que soy una novelista joven y sentimental?". Stella detestaba la superficialidad de RK.
"Bah, solo temo que vayas a insultar mi reputación". RK era un hombre obstinado y, a decir verdad, seguía muy preocupado por quién sería el protagonista masculino. "¡Comamos antes de que se enfríe!".
Solo entonces, Stella se acordó del almuerzo y se apresuró a acomodarse para empezar.
RK sacó los platos uno por uno. Stella los contó y sintió que algo andaba mal.
"Oye, ¿por qué hay tantos? ¿Encontraste dinero en el suelo mientras caminabas?".
"No, tu tío te envía esto", explicó RK señalando el plato que estaba frente a ella.
"¿Qué? ¿Hablaste con él?". Stella estaba tan sorprendida que se le cayó un trozo de carne.
"No, él lo pagó. Lo tendrás todos los días de ahora en adelante". RK se sintió como un mensajero. "Supongo que, si voy al supermercado o a otras tiendas cercanas, me obsequiarán más cosas. Quizás no tendré que volver a pagar por nada".
"¿Ah? No creo. ¿Será que se esforzó tanto?", caviló Stella anonadada.
"¿Qué opinas tú? Si no me crees, lo intentaré esta tarde. Comamos por ahora".
Stella agachó la cabeza y comió en silencio.
Tenía mucha curiosidad de saber cómo lucía su tío, cómo era su temperamento, cómo era su relación con su madre, si todavía le importaba lo que había sucedido en el pasado, si todavía culpaba a su padre y cómo era su vida ahora. Por desgracia, no había forma de resolver esa curiosidad. Tendría que limitarse a ser paciente y esperar a que su tío pudiera dejar atrás el pasado y accediera a verla.
En la tarde, RK fue al supermercado y a una tienda de bebidas. En ambas le obsequiaron productos además de los que compró, así que cuando regresó al hospital cargaba una bolsa grande repleta.
Aquel tío misterioso era un hombre muy cuidadoso. Como sabía que RK era quien haría las compras, no pagó por todo. Le había dejado pequeños obsequios, suficientes para mostrar su aprecio.
Cuando regresó a la habitación, RK descubrió que Stella había empezado a escribir una novela de verdad. Trabajaba en su computador portátil y se veía muy contenta.
RK dejó a un lado la bolsa con una expresión de satisfacción.
Excepto por las ferreterías y KTV cercanas, todas las tiendas le ofrecieron descuentos que, aunque parecían ser aplicables para cualquiera, estaban dirigidos solo a él. RK tuvo la idea de pedirle a otra persona que lo intentara al día siguiente para comprobar si realmente podían identificarlo.
Stella comprendió lo que había pasado con solo ver la mirada en el rostro de RK. Contenta, agarró la bolsa y empezó a comer y a beber.
Cuando terminó, se tumbó en la cama satisfecha.
"Comer, comer y comer. Tú solo sabes comer. Mira lo gorda que estás y piensa cuánto peso has ganado desde que llegaste al hospital", la regañó RK con una expresión malhumorada en el rostro.
"Es inevitable que engorde mientras estoy en el hospital. ¿Acaso quieres que haga ejercicio intenso todo el día hasta que me vuelva a abrir la herida de la espalda y que nunca salga de aquí?". Al escuchar el razonamiento de Stella, RK apretó los dientes.
Cada día, aquella chica era más osada. Cuando respondía, hablaba con imprudencia e insensatez, así que era una molestia sin sentido.
En ocasiones, RK se preguntaba por qué Stella había cambiado tanto. Se tardó un rato en comprender la razón.
Al principio, Stella se casó con él con la idea de que la habían vendido. Solía actuar con sumo cuidado y no se atrevía a provocarlo, a desafiarlo y, menos aún, a pelear con él. Se esforzaba por ocultar sus emociones y nunca le pedía nada. Al cabo de un tiempo, se había enamorado de él e incluso entonces era muy cautelosa, como si hubiera sabido que caminaba sobre una fina capa de hielo. Seis años después, había regresado y se había encontrado de nuevo con él. Para entonces era feroz, segura y poderosa, y se resguardaba en esa armadura porque temía que él viera la fragilidad de su corazón escondido. Así que siempre estaba a la defensiva y nunca bajaba la guardia.
A decir verdad, a veces RK agradecía el incidente que la había dejado en el hospital, pues de no ser por él no habría podido despojarla de su coraza. Quizás estarían todavía separados por una tensión irremediable.
Lo cierto es que estaban mejor así. Al menos podían vivir juntos unos meses sin rencores, hasta el día en que ella se recuperara.
Tal vez así era la vida. Nuestros enemigos, siempre en nuestra contra, terminan por ser nuestros grandes amores. Stella era eso para RK. Habían estado batallando el uno contra el otro desde el día de su matrimonio.