Capítulo 322
Stella era una persona que siempre cumplía sus promesas. Justo después de decir que escribiría un libro, se había puesto en la tarea. RK había asumido que estaba bromeando, peo en la tarde la vio trabajando en su computador.
"Se trataba de una chica tímida que no hablaba con extraños. Se sentía muy sola. Nadie la comprendía y nadie se preocupaba por ella. Había tenido una vida normal en un rincón apartado del inmenso mundo. A veces se preguntaba si alguien la buscaría en caso de que desapareciera. Y se respondía: 'No, nadie. Eres insignificante. ¿Quién podría acordarse de ti? Tú...".
"Oye, RK. No seas tan descarado... No la leas".
RK estaba de muy buen humor cuando Stella regresó del baño. Ella, apenas lo vio mirando la pantalla de su computador, se apresuró a arrebatárselo.
"No lo soy. Tú fuiste la que abrió el documento y lo puso frente a mí, ¿no? Simplemente me llamó la atención", argumentó RK sin un atisbo de vergüenza.
"Vale, vale, vale. RK, no es necesario que digas nada, ya sé que eres un desvergonzado. Tenías los ojos clavados en la pantalla. ¿A qué te refieres con que te llamó la atención? No digas semejantes tonterías", lo reprendió mientras tapaba el computador.
Era la primera vez que escribía algo de ese tipo, así que se sentía un poco cohibida.
Por fin, RK pudo ver el lado infantil de Stella. Quedó sorprendido y no protestó.
Stella lo maldijo para sus adentros; después, se acostó en la cama y prosiguió con su novela.
Le costaba trabajo. Llegó a la conclusión de que, al chatear en la cotidianidad con amigos, no existía una sensación de agotamiento por muy larga que fuera la conversación. En cambio, al escribir sin ningún propósito el aburrimiento pesaría demasiado. Al escribir un artículo, tenía que pensar que cómo hacerlo y luego hilar sus ideas en el computador. En cualquier caso, era una tortura; mucho peor cuando RK se sentó a su lado para interrumpirla.
Recordó que cuando estaba en la escuela, sus habilidades de escritura eran excelentes. Bien fuera por su estilo o por sus ideas, la maestra solía elogiarla y alabar su capacidad para pensar la realidad desde diferentes perspectivas. Por desgracia, en ese entonces, por mucho que quiso tomar ese rumbo, no lo consiguió. David no podía darle el apoyo económico suficiente, así que pasó la mayor parte de su tiempo trabajando y estudiando. Había tenido que enfocarse en su estudio, escribir de manera informal e ir a la universidad. En pocas palabras, su vida no había sido muy emocionante. Sin embargo, en la universidad había cultivado algunas aficiones. De vez en cuando daba clases de caligrafía y de pintura y cuando estaba de buen humor viajaba con sus compañeros de clase: fueron a escalar, a nadar en un lago y de compras. Por muy ambiciosa que fuera, no podía escapar de la realidad; de modo que en ocasiones tenía que replegarse para tratar de ver las cosas con claridad.
Ahora tenía el sueño de escribir un libro. Por lo menos podría conseguir la aprobación de la maestra.
Al meditar sobre eso, Stella se sintió motivada y se concentró en la escritura.
RK tenía la sensación de que los días venideros serían tediosos: quizás tendría que escuchar el golpeteo del teclado todo el tiempo de ahí en adelante.
Tomó la decisión de no dejar que Stella lo matara tan fácilmente: tenía que actuar.
Por la tarde, llevó a Adrian al hospital.
"¡Linda, linda, estoy aquí para verte!".
Stella estaba absorta en su novela cuando escuchó la voz de Adrian. Entonces, se detuvo y le acarició la carita. "¿No dijiste que vendrías los fines de semana?".
"¿Qué pasa? ¿No me quieres recibir? ¿Los molesto? La verdad fue el señor malo el que me trajo. ¿Qué piensas? ¿Fue un error?".
Stella observó el rostro soberbio de RK.
"Por supuesto que no. Me encanta que vengas. Contigo aquí jamás me aburriría", respondió Stella sin mover los ojos de RK.
"Qué bien. ¿El señor malo no te habla? ¿Por eso te aburres? Si es así, hablaremos mucho. Esta noche me quedaré a dormir aquí". Adrian inclinó la cabeza y se acercó despacio para subirse a la cama con ella.
"No, tienes que ir a casa a cenar a las seis", replicó RK con frialdad, antes de que Stella pudiera responder.
Adrian hizo un puchero, cruzó los brazos frente al pecho con insatisfacción y miró a RK ofendido.
RK lo ignoró y se quedó quieto en el sofá, sentado con una expresión fría y distante.
"Linda, el tío malo me molesta", se quejó Adrian con voz llorosa.
"No importa. Más tarde te ayudaré a darle su merecido", sentenció Stella con fiereza.