Capítulo 338
RK tomó asiento y luego levantó la cabeza para dedicarle una fugaz sonrisa a Carson.
“¡Cuánto tiempo sin verte, RK!” Este se dijo para sus adentros que Carson parecía tan tonto como antes.
“¡Lo mismo digo, Carson Vives!” El mesero se acercó a su mesa para tomar la orden y RK pidió una taza de café.
“No has cambiado nada”.
“Tú tampoco”. Podía decirse que la conversación entre los dos tomaba un giro bastante aburrido.
Entonces, Carson preguntó de pronto: “¿Te acuerdas del partido de baloncesto antes de la graduación?”
“Sí, desde luego, ¿qué hay con eso?”
“Me lesioné las piernas… ¡Y fue tu culpa!”
“¡No es cierto! Tú te lesionaste porque no pudiste aceptar tu derrota”, replicó RK con voz gélida. Ahora estaba seguro de que Carson estaba buscando cualquier pretexto para iniciar una riña.
“Pues yo insisto en que sí lo fue. ¡Lo afirmo!”, declaró Carson firmemente, aunque de una manera bastante irracional.
“¡Está bien!, ¿qué quieres de mí entonces?”, quiso saber RK. Habló con el tono más indiferente que pudo, como si el asunto no le importara en absoluto.
“Por ahora, no mucho. Solo quiero encontrar tus puntos débiles. Ya después veremos…”, dijo Carson con voz enigmática, molesto por la indiferencia del otro.
Aunque RK solía ser frío y arrogante, al menos le había considerado su oponente. Pero Carson no podía soportar su actitud de ‘todo me parece bien, haz lo que te dé la gana’. ¿Es que RK trataba de menospreciarlo? ¡M*ldita sea! No lo lograría.
RK pareció reflexionar brevemente antes de decir: “Me alegro de que hayas vuelto, Carson. Espero que podamos competir nuevamente, pero ten mucho cuidado, no quiero que te inmiscuyas en mis asuntos”. Era preciso trazar una línea clara con este hombre, y como no quería echar más leña al fuego, ¡lo ignoraría por completo!
“¿De qué estás hablando? ¿No lo entiendes? Encontraré cualquier vulnerabilidad que tengas, no solo en tu carrera, sino también en tu vida privada. Pienso valerme de cualquier cosa”.
Las comisuras de los labios de Carson se elevaron en una sonrisa desagradable. Era muy consciente de cuánto su rival valoraba al grupo RK.
Claro que el hombre podría reconstruir fácilmente una empresa aún más próspera, ¡pero nunca sería capaz de recuperar a alguno de sus hijos, o a la mujer que estaba en el hospital! Estaba consciente de que su rival ya no podía ser tan intrépido como antes, porque ahora su familia estaba por encima de todo, y constituía su mayor debilidad. Él, Carson, podría sacar partido de eso para derrotarlo fácilmente.
“¡Claro, haz como gustes! Me aseguraré de que pierdas miserablemente, como siempre lo has hecho”. RK se levantó y se fue sin decir una palabra más.
Carson se echó para atrás en su asiento, dándole pequeños sorbos a su jugo de naranja mientras se perdía en sus pensamientos.
Cuando estuvo en la universidad…
Un estudiante sobresaliente de psicología le pidió una vez que fuera voluntario en una prueba.
De acuerdo a los resultados, los chicos como él, duros en la superficie, pero que mostraban clara preferencia por el jugo de naranja, eran los más puros en el fondo.
Carson se había burlado a más no poder del candor de aquel aspirante a psicólogo.
Aunque pensándolo bien, él era mucho más sincero que RK, quien era capaz de mostrarse amable y refinado con la gente, incluso cuando la amenazaba. Pero en el fondo era una bestia salvaje, un lobo escondido bajo una piel de oveja.
Afortunadamente, ahora tenía algunas cartas bajo la manga para esgrimir en contra suya, así que no estaba preocupado. En cuanto pudiera sorprender a su enemigo con la guardia baja, aprovecharía su debilidad y actuaría con decisión. Entonces se aseguraría de que RK viviera una vida miserable y suplicara clemencia de rodillas. Ja, ja, ja…
De solo pensarlo, Carson ya se sentía complacido.
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Stella encendió su portátil y quedó ensimismada por sus pensamientos, pero no tenía la menor idea de cuál sería su próxima trama. Después de permanecer inmóvil como una estatua durante un buen rato, miró la hora y vio que faltaban veinte minutos para que fueran las diez de la noche. ¡Excelente! Aunque era increíble, RK debía estar divirtiéndose a estas horas y la había dejado abandonada a su suerte.
En el fondo, Stella sentía que carecía de armas para amenazarlo.
RK había hecho todo lo posible, cuidándola casi todo el tiempo. Por eso no tenía motivos ni derecho a desafiarlo o quejarse. Entre ellos ya no existía la menor relación. Como mucho, solo era su exmujer y la madre de su hijo, pero él no tenía ninguna obligación hacia ella.
Fue entonces cuando Stella se dio cuenta de que había estado demasiado ciega, pero ya era hora de aceptar la realidad.
No habría perspectivas a largo plazo para una relación entre ella y RK, incluso si Sophia se hiciera a un lado.
No podía considerar seriamente a alguien que ya la había abandonado una vez. No solo no podía aceptarlo, sino que, a pesar de haber decidido no odiarlo más, le era imposible dejar atrás el pasado.
Se dijo que, aunque olvidara lo sucedido hacía seis años, no era posible, de ninguna manera, entablar una relación con RK como si nada hubiera pasado.
Pero no dejó de cuestionarse el hecho de que se había vuelto muy dependiente de él últimamente. Apenas podía creerlo, no era algo que ella haría, porque en última instancia no era la clase de mujer que pudiera ser domesticada con un poco de persuasión. Tampoco se dejaría engañar fácilmente por palabras casuales. Había pasado mucho tiempo desde que había alcanzado la adultez. Entonces… ¿Qué estuvo tratando de evitar todo ese tiempo? ¿Por qué permitió que RK reapareciera en su vida? Tal vez era lo que más deseaba en lo profundo de su corazón, y era finalmente ahora cuando se daba cuenta.
Era un hecho, se había vuelto loca. Tenía que detenerlo lo antes posible.