Capítulo 340
Por eso siempre se sentía muy preocupada por las noches, cuando los sirvientes se iban a dormir. Aquel hombre le inspiraba una profunda resistencia.
Vivir tan cerca de un desconocido en posición de intimar con ella, alguien que de un momento a otro podía exigirle caricias más allá de las que compartiría con un amigo, era una perspectiva inquietante.
Por fortuna, él nunca había actuado demasiado íntimo con ella y rara vez estaba en casa. Al principio, RK dormía en su cama de siempre, pero pronto decidió que era más cómodo hacerlo en la alcoba de invitados.
Aunque eso cambió después de unos meses.
Y ese giro de los acontecimientos dejaba clara la eficiencia de RK en ese entonces.
Al principio, Stella habría dicho que RK era un caballero. Él nunca se había propasado con ella y la mayor parte del tiempo se mostraba atento a sus deseos. Cuando tenía pesadillas, era el primero en aparecer junto a su cama para calmarla. Del mismo modo, se aseguraba de que sus platillos favoritos estuvieran en la mesa. Para decirlo en pocas palabras, RK era un hombre detallista. Ella nunca había recibido un trato tan amable y su corazón no tardó en conmoverse. Casi sin darse cuenta, Stella se enamoró.
Empezó a desear que él estuviera más tiempo en casa, y cuando venía, se mostraba más sonriente y conversadora.
Por supuesto, de vez en cuando, perdía un poco los estribos y volvía a ser ella misma.
Durante un tiempo, Stella creyó que su vida seguiría siendo la misma.
Jamás imaginó que un día RK le enviaría un acuerdo de divorcio para que lo firmara.
No sería honesto de su parte si dijera que no la entristeció. Al principio, no entendió por qué RK hizo aquello. Más tarde, solo podía decir que nunca olvidaría todo el daño que le hizo, aunque se esforzara por dejarlo pasar.
Ahora le aterraba la perspectiva de volver a tener una relación con él.
Si bien no lo odiaba, había perdido la confianza de antaño.
Stella, por fortuna, no era de las que creían que la felicidad de una mujer dependiera completamente de un hombre. Estaba segura de que podía ser independiente y sobrevivir sin apoyo, viviendo satisfactoriamente una vida plena junto a su hijo.
Ella no habría querido que las cosas pasaran así, pero por la forma en que ocurrieron, quedaron como enemigos.
Y ahora, su enemigo dio un giro inesperado. Pagó los gastos médicos derivados de su accidente y se ocupaba de sus comidas diarias. Ante tanta gentileza, no se atrevía a decirle la verdad, al menos, no por ahora.
Sin embargo, sentía que no podía permitir que RK siguiera cuidándola de esta manera. Él tenía su propia vida y debía retomar su camino.
Ella era solo un meteorito insignificante que aterrizó en su vida por casualidad. Por mucho que intentara negarlo, él estaba destinado a seguir adelante.
Al mediodía, se sorprendió cuando Alex le trajo el almuerzo, explicándole que hubo un incidente en la empresa y que RK tuvo que ir personalmente a resolverlo.
“¿Es muy serio? ¿Pudo solventarlo?”, preguntó Stella con interés. No debía ser tan trivial el asunto, cuando RK tuvo que ocuparse en persona.
“Sí, ya todo está bien. Hubo un pequeño inconveniente con la firma de un contrato. No se preocupe, señorita Richard, el presidente se asegurará de que todo esté en orden”. Como siempre, Alex seguía siendo cortés, hasta el punto de dirigirse a ella como ‘señorita Richard’. La hacía sentir como si fuera la presidenta.
Y es que Alex consideraba que la esposa del presidente y el presidente estaban al mismo nivel. Por eso le mostraba tanta deferencia a Stella.
Muchos pensaban así, aunque Stella era una empleada más de la compañía y Alex, teóricamente, era su superior.
Él se despidió y, una vez a solas, Stella se dedicó a comer, aunque esta vez sintió que no disfrutaba tanto de su almuerzo como en otras ocasiones.
Tal vez ya no tenía el mismo apetito que antes. ¿Se habría vuelto una masoquista?
Anteriormente, solía esperar con ansia el momento de la comida y se sentía muy a gusto cada vez que RK se sentaba con ella a discutir. Pero sin su compañía, la comida ya no le parecía tan deliciosa.
Después del almuerzo, decidió llamar a Emily para que le informara sobre la situación en la empresa.
El teléfono repicó muchas veces, pero nadie contestó.
Decepcionada, Stella se dijo que algo debía haber sucedido y no volvió a llamar.
Media hora después, Emily le devolvió la llamada.
“Hola, Stella, ¿cómo te va?”, dijo en voz baja, avivando la curiosidad de Stella sobre lo sucedido en la empresa.
“Estoy bien. Te llamé hace un momento, ¿por qué no respondías?”
“Estaba en una reunión. Me enteré de que no se llegó a un acuerdo mutuo sobre un contrato en la oficina central. Los socios alegaron que nuestro trabajo era de mala calidad. Ahora todos los departamentos han intensificado y endurecido la gestión, y también convocaron reuniones para buscar las fallas y resolver el problema. Los altos gerentes parlotearon mucho, pero no pudieron dar con una solución efectiva”, explicó Emily con desdén.
“¡Entiendo! Era lo que quería saber. Tengo entendido que RK regresó a la oficina para ocuparse de eso”.
“Todo saldrá bien. No es nada serio. Tú ya conoces a RK, es perfectamente capaz de manejar una cuestión tan insignificante”.