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Capítulo 9

Vivianna acarició la cabecita de su hijo y sonrió. "Bueno, ¿recuerdas lo que dije? Yo no sabía quién era tu papá en ese entonces, por eso no podemos buscarlo, ¿de acuerdo?". "Mami, escuché que mucha gente contrata guardaespaldas, es algo muy popular hoy en día. Espera y verás. Conseguiré algunos para que te respalden", dijo Zephaniah poniendo las manos en jarras. A Vivianna le causó mucha gracia la idea del niño. "No necesito que busques a nadie, yo soy capaz de protegerme sola y puedo cuidarte perfectamente. No te preocupes, nadie nos hará daño". El pequeño frunció los labios. Al parecer no estaba dispuesto a renunciar a su gran idea. "Todavía no he terminado de trabajar, así que le pediré a la señorita Winslow que te lleve a comer algo, ¿de acuerdo?", dijo Vivianna tomando de la mano a su hijo para ir a su oficina. "Zeph no almorzó. ¿Podrías llevarlo a tomar un refrigerio? Por cierto, le gusta mucho el pan". "¡Claro! Yo me encargo, hay una panadería cerca de aquí que vende los pastelillos más ricos que he probado", dijo Winslow sonriéndole al pequeño que la miraba sin parpadear. "Adelante, vayan tranquilamente, porque pienso trabajar algunas horas más. Winslow, que coma todo lo que él quiera, no deseo que se quede con hambre", recomendó Vivianna, empujando suavemente a Zeph hacia su asistente. El pequeño asintió. "Está bien, mami, te traeré unos ricos pasteles". "Sí, cariño. Aquí los espero", respondió su mamá, acariciando con dulzura su cabecita. Winslow lo tomó de la mano para dirigirse hacia la puerta, mientras Vivianna les recomendaba que tuvieran cuidado en el camino. En ese momento, Linda entró en la oficina y preguntó: "¿Cómo te fue?". "En realidad, no lo sé. Ya conocía a la señora Lambert, y sé que no vino con buenas intenciones. Solo se presentó aquí para confrontarme", explicó Vivianna con franqueza. "¿Qué quieres decir? ¿Por qué piensas que quería confrontarte?". Su jefa estaba perpleja. Vivianna exhaló un poco de aire. "Ella es una mujer de mi pasado que conspiró con mi exesposo para alejarme. Una vez que lo hicieron, ellos dos se casaron. De hecho, por eso ahora ella es la señora Lambert". "¿Qué? ¿Es ella? Vivianna, lo siento mucho. ¿Quieres enfrentarte a los miembros de la familia Lambert tan pronto? ¿Te puso las cosas difíciles?", preguntó Linda. "Regresé a esta ciudad, sabiendo que los encontraría tarde o temprano, así que tendré que enfrentarlos eventualmente. Estoy preparada para eso", respondió. "¿Estás haciendo esto por Zeph?" preguntó su jefa. "Exactamente. En este momento, mi hijo es lo único que me preocupa. Mientras él esté bien, no me importan los sucesos del pasado, tengo que superar mis resentimientos", dijo. "Eres una gran madre. Estoy pensando en asignar a otro diseñador para atender a la señora Lambert en tu lugar", dijo Linda. "Ella no estará de acuerdo. Me escogió a mi para hacerme la vida difícil. No mencionó ningún requisito, quiere que yo diseñe todo desde cero. De todos modos, pase lo que pase, haré mi mejor esfuerzo", dijo Vivianna con calma. Su rostro se veía tan juvenil, que parecía que acabara de salir de la escuela. Sin embargo, su temperamento tranquilo no coincidía con su edad real. "Está bien, prepara un primer boceto para echarle un vistazo. Una vez que lo tengas listo, se lo mostraré a nuestra clienta. Así podrás modificarlo en caso de que ella tenga algún inconveniente", dijo Linda. "¡Perfecto, manos a la obra!", respondió Vivianna con entusiasmo. "Sé que lo harás muy bien", dijo Linda. "Sí, confía en mí", replicó la otra, con un lindo mohín. Una vez que su jefa se fue, ella trató de concentrarse en su trabajo, pero no podía. Era difícil diseñar las joyas de la mujer a la que más despreciaba. Por primera vez, parecía que su resentimiento había logrado bloquear su inspiración. Todo lo que le llegaba a la mente era la malvada cara de Jessamyn. Mientras tanto, Winslow caminaba junto al pequeño por la calle. Estaba asombrada de que en ningún momento se hubiera echado a correr como lo hacían otros niños. Incluso cuando estaban cruzando la avenida, él se había portado bien, siguiendo todas las reglas que ella le había impuesto. Estaba realmente sorprendida. De pronto, se acordó de su sobrino de tres años, a quien tenían que corretear durante todo el día, para ayudarlo a limpiar los desastres que hacía. Cuando salía a la calle con él, ese niño no paraba de correr. No era tan obediente y sensato como Zeph. El pequeño descubrió el edificio en forma de pirámide y se quedó mirándolo con mucho interés. "Señorita Winslow, ¿de quién es esa casa?". Una expresión reverente apareció en el rostro de la asistente. "Allí vive la persona más rica de nuestra ciudad". "¿Cómo es físicamente?", preguntó el pequeño con curiosidad.

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