Capítulo 13
Cameron
—¿Estás emocionado por tu cumpleaños, Cam? —le preguntó Derek desde el otro lado del salón con una sonrisa de lado.
Enarqué una ceja con sospecha. ¿Qué estaba tramando? ¿Por qué tenía esa cara? Ayer le había comunicado a mi padre de lo que había hecho la otra vez y lo habían castigado. Tenía que trabajar veinte horas en la guardería de la manada. Lo normal sería que estuviera quejándose de eso, no que estuviera tan feliz.
—¡Es el día que vas a encontrar a tu compañera! —anunció con exuberancia Derek—, pero seguramente ya sabes quién es, ¿no? Ya sentirás el llamado.
Sarah se movió incómoda y volteó a verme con el ceño fruncido. Ella también se estaba preguntando qué era lo que le estaba pasando.
—Estás demasiado emocionado —comentó Alex, dejando la consola de juegos mientras se centraba en Derek también—, para ser el cumpleaños de otra persona.
—¡Cam será nuestro futuro Alfa! —Derek se encogió de hombros antes de continuar con el juego que había detenido antes—. ¿Por qué no estaría emocionado?
—Seguramente solamente quiera ligar —suspiró Alex mientras se limpiaba los lentes, que realmente eran más por estilo que otra cosa. Sarah dejó escapar un gruñido y me entregó la consola que tenía.
—Ya no quiero jugar —dijo estirando los brazos por encima de la cabeza y haciendo que el suéter se le subiera hasta la cintura—. Ustedes continúen, yo regresaré a casa.
—Buenas noches —le dije mientras tomaba su abrigo y se iba. Había sido un domingo como otros, habíamos comido juntos para luego pasar un rato jugando videojuegos. Trisha y Cindy usualmente también estaban, pero hoy tenían que cuidar de sus hermanos menores. Todos éramos bastante unidos y siempre que podíamos pasábamos tiempo juntos, pero últimamente el comportamiento de Derek había comenzado a preocuparnos.
Me volteó hacia Alex una vez Sarah se fue y le pregunté mentalmente si también había sentido un cambio en Derek. Me fijé en mi celular para no hacer obvio que estábamos hablando de nuestro amigo.
«Nadie quiere trabajar en la guardería, debería estar enojado, pero está riéndose, así que seguramente está planeando algo», me respondió. Suspiré.
«Tengo la sensación de que lo hará en mi cumpleaños», me lamenté mientras me agarraba el puente de la nariz.
—Chicos, creo que mejor terminamos aquí —les dije después de unos minutos—. Quiero dormir temprano.
Ambos asintieron, guardaron el juego y se levantaron tomando sus cosas. Derek fue el primero en irse, cerró la puerta y ambos pudimos soltar un suspiro de alivio.
—¿Crees que se dio cuenta de que no lo queríamos aquí? —le pregunté a Alex, manteniendo mi oído sobrenatural funcionando en caso de que Derek decidiera regresar.
—Probablemente —respondió Alex encogiéndose de hombros—. Quizás sea que alguien le pidió que preguntara sobre ustedes.
—¿Scott? —le pregunté, entrecerrando los ojos. Scott Parker, el hermano mayor de Sarah, que era un soldado de alto rango en la manada y estaba estudiando su último año en la Universidad de New Hampshire. El primo de Derek también estuviera en la misma universidad junto con él, pero no era sorprendente porque preferíamos mantenernos siempre juntos.
—Deberías anunciar que nunca serán nada —suspiró Alex—, cada vez que las personas preguntando al respecto. Sarah se pone incómoda.
—Lo sé —refunfuñé—, pero no quiero anunciarles a todos que no es mi compañera. ¿Por qué crees que no lo es a todo esto? Todavía no he cumplido los dieciocho años.
—Sé que encontraste a la chica que se supone que es tu pareja, Cam. —La franqueza de Alex hizo que mi cabeza se volviera bruscamente en su dirección mientras mis ojos se abrían de par en par por la sorpresa.
—¿Cómo? —le pregunté con un nudo en la garganta.
—¿Por qué sino nos llevaste a ese restaurante al otro lado de la ciudad? —me dijo Alex con una sonrisa de oreja a oreja—. Tú, mi querido amigo, estás en negación, pero eso no significa que Sarah tenga que sufrir las consecuencias.
—¿Por qué? Ella no está involucrada conmigo de ninguna manera —le pregunté mientras me volteaba a verlo.
—Quizás porque todos piensan erróneamente que un hombre y una mujer no pueden ser amigo —suspiró Alex mientras se encogía de hombros—. Siempre han estado pegados a la cadera, nadie pensaba nada cuando eran más pequeños, pero ahora que han crecido se preocupan por su bienestar. Estoy seguro de que no lo hacen con malas intenciones.
No era necesario que me lo repitiera para que se entendiera. Después de lo de mis padres, supe lo que todos en la manada pensaban lo mismo. Sin embargo, seguía pensando lo mismo, no sabía que hacer y decidí confiar en mi amigo. Alex era la persona más sensata del grupo. Había cumplido dieciocho años hace dos meses, pero todavía no encontraba a su compañera.
—Sigo pensando que la diosa ha cometido un error —le dije—. ¿Por qué eligió a una chica humana como mi compañera? ¡Se supone que mi compañera debería ser mi igual!
—Es cierto —aceptó Alex—, pero, ¿cómo estás seguro de que no lo es? Puede ser que sean iguales en otros aspectos. No reniegues de ella sin conocerla.
Las palabras de Alex se quedaron conmigo mucho después de que se fue. Estaba en lo correcto. Había juzgado a Freya injustamente en base a su humanidad, la pobre chica seguramente tenía sus propios problemas.
Recordé las palabras que me había dicho cuando Derek le había pisado la mano. Ese recuerdo todavía me hacía gruñir del coraje, en ese momento tuve que contenerme para no golpearlo. Sus palabras fueron duras, algo que nunca hubiera esperado de alguien tan delicada. Si había sido capaz de enfrentarse a un lobo Alfa, entonces no era una chica ordinaria.
Aunque no podía olvidar que era humana, y el compañero de un Alfa era su debilidad más grande. Me enfrentaba a dos grandes problemas si aceptaba a Freya. ¿La aceptaría mi manada? ¿La podría proteger de las amenazas que seguro llegarían cuando los demás se enteraran que era humana?