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Capítulo 5

Al abrir los ojos de nuevo, Sandra vio la mirada preocupada de la enfermera. —¿Cómo te sientes? ¿Te gustaría que llamara a algún familiar para que venga? Pueden ser tus padres o tu esposo. Sandra abrió con dificultad la boca, reseca y arrugada por la fatiga, su voz sonó áspera. —Mis padres fallecieron hace tiempo, no tengo esposo, estoy soltera. Antes de que pudiera terminar de hablar, Ricardo abrió la puerta, haciendo mala cara mirándola de arriba a abajo. —¿Estás soltera? ¿La misma persona que hace unos días me rogaba que fuéramos a sacar el certificado de matrimonio? Al ver su expresión sombría, la voz de Sandra se llenó de agotamiento. —Puedes revisar el nombre en el certificado de matrimonio y verás si es el mío. Ricardo no entendió a qué se refería con eso, solo pensó que ella estaba celosa y haciéndose la víctima, por lo que su tono se tornó impaciente. —Sandra, si no fuera por salvar a Valeria, ¡jamás me habría casado contigo! Solo quería darle a la mujer que amo una ceremonia de boda. Esto no cambia para nada el hecho de que sigues siendo mi esposa. No tengo tiempo para consolarte, así que por favor, no sigas armando un drama con todo esto. Al escuchar las palabras sinceras de Ricardo, la mirada de Sandra se apagó poco a poco. —No estoy armando un drama. Si quieres casarte con Valeria o hacerle una gran boda, no me importa, hazlo. Solo espero que me dejes en paz y no sigas interfiriendo en mi vida. Ricardo la miró fijamente, como si estuviera analizando el significado de sus palabras. Pero pronto se dio cuenta de que quizás Sandra lo amaba tanto que, aunque solo fuera por un título, lo aceptaría con gusto. El silencio reinó en la habitación por un largo rato. Al final, Ricardo apartó la mirada, suavizando un poco su tono. —Si es así, a partir de ahora seremos un matrimonio de conveniencia. Mientras sigas dándole sangre a Valeria cada vez que lo necesite, jamás me divorciaré de ti. En la fiesta de ayer, cuando protegiste a Valeria de la torre de champán, dentro de la tarjeta había tres millones de dólares, eso considéralo una compensación para ti. Ricardo terminó de hablar, arrojó la tarjeta bancaria sobre la mesa y se dio la vuelta sin mirar atrás. Sandra intentó llamarlo para tratar de explicarle, pero ya no tenía fuerzas para hacerlo. Después de dos días en el hospital, Ricardo no volvió a aparecer. A través de las publicaciones de Instagram de Valeria, Sandra supo que ellos estaban juntos. Él la acompañaba a la playa a ver el atardecer, se besaban en la rueda de la fortuna, le peinaba con cuidado el cabello y le cocinaba…. en fin. En cada foto, Ricardo sonreía con ternura y calidez, y su rostro reflejaban felicidad. Al ver esas fotos, Sandra no pudo evitar recordar hermosos momentos del pasado. En su vida anterior, después de casarse con Ricardo, también intentó ser una buena esposa, cuidar de su pequeño hogar, calmar un poco su corazón. Después del matrimonio, para cuidarlo, comenzó a aprender a cocinar, preparaba las tres comidas del día, pero él ni siquiera quería probar lo que ella preparaba. Sabía muy bien que él tenía dolor de estómago, y una noche de intensa nevada salió a toda prisa a llevarle medicina, pero él mandó a alguien a impedirle la entrada, ni siquiera quiso verla. Preparó con esmero varias sorpresas para su aniversario, pero como Valeria no las aprobaba, él mandó destruir todo el evento... Durante esos siete años como esposa de Ricardo, entendió lo doloroso que puede ser un matrimonio sin amor. Por eso, en esta vida, ya no insistiría ni se aferraría más a ese amor, por eso eligió retirarse. A partir de ahora, Ricardo y todo lo que tuviera que ver con él ya no tendrían ningún vínculo con ella.

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