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Capítulo 18

Las palabras de Laura me carcomían y no conseguía descansar. Lo único positivo, era que las náuseas matutinas habían desaparecido un poco, y me veía un poco más humana. El único inconveniente ahora era que estaba de vuelta, tocando a la puerta de la oficina de Cristian. Ya que después de tanto pensarlo, había decidido aceptar su oferta y hacer lo que fuera mejor para el bebé. Pues no se trataba de mí ni de mis miedos, sino de darle una buena vida a este bebé. —La puerta está abierta, —gritó Cristian con ese tono tan intimidante. Abrí la puerta y lo vi asomar la cabeza por la ventana con un cigarrillo en la boca. —Regresaré más tarde, —le dije, y me di la vuelta mientras hacía todo lo posible por no inhalar nada por el bien del bebé, pero él ya había apagado el cigarrillo. —No te molestes, esto será rápido. —dijo mientras se sentaba. Cuando vi la expresión en su rostro no pude evitar preguntarme si quizá había llegado en el momento equivocado, pues era evidente que estaba molesto, pero nada me habría podido preparar para las palabras que salieron de su boca. —El bebé... ¡deshazte de él! —me dijo, mirando a cualquier lado menos mi cara. En ese momento me sentí molesta, confundida y desahuciada. No puede ser que lo diga en serio. Esto tenía que ser algún tipo de broma. —¿Qué? —le pregunté confundida, pero lo único que hizo fue cerrar los ojos para no ver la expresión que tenía en la cara. —Des-hazte-del-be-bé. —Pronunció palabra por palabra, asegurándose de que no se me escapara ni una sola. Estas eran las palabras que esperaba escuchar de su boca la primera vez, pero en cambio, me dijo todo lo contrario, me dio falsas esperanzas. Aunque tenía ganas de llorar, no pude porque me encontraba demasiado impactada para hacerlo. —No lo dices en serio, —le dije al ver su mirada de arrepentimiento. Y por primera vez, pude leerlo y darme cuenta que eso no era lo que él pensaba. Aquello que lo hizo cambiar de opinión debió ser algo importante. —Deshazte del bebé o desaparece, me da igual, no quiero tener nada que ver. —dijo, esforzándose por sonar sincero, pero era obvio que no lo estaba logrando. —Cristian, ¿qué pasó con lo de cuidar al bebé? —le pregunté esforzándome por mantenerme fuerte. Entonces, respiró hondo y apartó los papeles de la mesa tirándolos al suelo. Mi primer instinto fue cubrir mi estómago con mis manos, mientras daba un paso hacia atrás. —¿Quieres un cheque? ¡Te lo daré, pero no quiero que me vuelvas a molestar con este error! ¿Este error? Pudo haber dicho cualquier cosa sobre mí y habría llorado y lo habría aceptado, pero no le permitiría que hablara así de mi hijo, sobre mi cadáver. —El único error aquí eres tú, el único error es que confié en ti. —le grité. Por un momento su mirada se suavizó y giró la cabeza. —No necesito tu dinero, no necesito nada, lo único que te pido es que por favor no le des la espalda a este bebé. ¿Estás harto de mí? Porque si es así está perfectamente bien, ni siquiera tenemos que volver a hablar, pero por favor, ¡necesito que estés ahí para el bebé! —le dije casi suplicando. Me sentía tan ridícula como siempre, y sabía que era una hipócrita no sólo por querer abortar a este bebé, sino también por intentar mantener alejado a Cristian, pero ahora las cosas habían cambiado. —¿Realmente quieres que aborte? Porque iré ahora mismo a hacerme uno. Lo haremos juntos, ¡vamos! —le reté y me alejé, pero antes de que pudiera llegar a la puerta me sujetó por el brazo. ¿Lo ves? Él no hablaba en serio. —¡No puedes! —dijo, mientras miraba la mano que me rodeaba el brazo. Lo aparté de mí y me burlé incrédula. —Dame una buena razón por la cual que no quieras ser padre y te dejaré en paz, porque no sé si te das cuenta pero con esta mafia que tienen organizada, soy yo quien está en verdadero peligro, pero estaba dispuesta a correr ese riesgo, ¡así que dame una razón! —le grité. —Cristian, puede que hayas alejado a mucha gente pero no te librarás de mí tan fácil, no cuando puedo ver que no hablas en serio. —Porque... no estoy listo para ser padre. —respondió, haciéndome enojar aún más de lo que ya estaba. ¿No está listo? —¿Y tú crees que yo estoy preparada para ser madre? Porque no es así, pero tienes seis meses más para aprender, y yo también, así que esa no es una raz... —No quiero tener nada que ver contigo ni con el bebé, ni siquiera sé si el bebé es mío, y nunca quise un bebé de una p*ta desnudista, ¡ahora lárgate! —me gritó de repente. En ese momento, mi cuerpo se paralizó y mis lágrimas estaban a punto de caer, pues toda la esperanza que tenía desapareció. La expresión en su rostro me decía que no hablaba en serio, pero sus palabras eran algo que jamás le perdonaría, ni olvidaría. Finalmente me di la vuelta, y me dirigí hacia la puerta para marcharme, no sin antes recordarle las palabras que me había dicho. —Dijiste que no me abandonarías, lo prometiste, —le dije derrotada centrándome en la dolorosa mirada de sus ojos. —Paz... —habló. —¿Qué? —...No olvides cerrar la puerta al salir. —fue lo único que dijo antes de que cerrara la puerta de golpe y me pusiera a llorar. No me importó quién me estuviera mirando, de todas maneras, jamás volvería aquí. —¿De verdad te embarazó? —reconocí la voz de Víctor y me di la vuelta rápidamente mientras secaba mis lágrimas. Qué bien, seguro todo el mundo nos escuchó. —¿Te encuentras bien, quieres que vaya a hablar con él? —preguntó Víctor, mientras ponía su mano sobre mi hombro, pero yo lo aparté enseguida. No estaba de humor para lidiar con otro Escobar en este momento. —¿Ardilla? —Víctor gritó, pero yo seguí caminando y lo único en lo que podía pensar era en lo rápido que necesitaba vaciar mi casillero para largarme de este edificio. —Disculpa. —me estaba preparando para salir, cuando choqué con alguien, y levanté la vista para mirar a Lucas. Quién tenía una expresión de lástima en el rostro, que me indicó que él sabía exactamente lo que estaba pasando. —Usted sabe, ¿no? —le pregunté y él asintió con la cabeza, antes de meterme a su despacho. Yo me puse a llorar y corrí a sus brazos, mientras él hacía todo lo posible por calmarme, pero lo único que podía hacer era quejarme del repentino cambio en el comportamiento de Cristian. —¡...Y me pidió que abortara, y luego que no lo hiciera y después me llamó p*ta desnudista! —concluí mi discurso, sin parar de llorar. —Paz cariño, ni siquiera yo puedo hacer nada para que cambie de opinión —dijo Lucas suspirando e inmediatamente me separé de él. —¿Entonces usted está de acuerdo con él? —le pregunté, mientras ya había obtenido mi respuesta cuando éste se rascó la nuca. —Definitivamente no creo que seas una p*ta desnudista, eso estuvo de más, pero piénsalo... ¿No quieres renunciar a ese bebé? Está bien pero, entonces acepta el cheque y cría a tú hijo —me dijo, mientras lo único que pude hacer fue mirarlo enfadada, seguramente estaba bromeando porque no había otra manera. —¡Ese bebé es su nieto!, —le dije intentando ver si se quebraba. —Tú eres una chica lista, así que creo que tienes una idea del tipo de negocio en el que estamos metidos. Sólo acepta el cheque y cuida del bebé por tu cuenta, no tendrás que volver a trabajar, ni un solo día. —¿Usted cree que ese es mi problema, el dinero? Porque no necesito nada de eso, ni un hombre a mi lado, ¡todo lo que estoy haciendo es por el bien del bebé! —lo interrumpí sintiéndome ofendida. Sí, el dinero estaría bien, pero no se trataba de eso. —Eso me importa un c*rajo porque sé que usted haría cualquier cosa para proteger a su familia. Pero lo que sí me importa, es por qué actúa como si fuera un crimen que yo quiera que el bebé sea cuidado por sus dos padres. ¿Acaso este bebé no es también su familia? —le pregunté, esperando su reacción, pero sólo pude verlo pensar en qué palabras usaría para contestarme. —Pues si así es como van a ser las cosas, entonces no necesito de su ayuda, ni mucho menos de sus cheques. Yo me encargaré de mantener a mi bebé. —Y cualquiera que fuera el vínculo que pudieramos tener, se acabó así que no intente ponerse en contacto conmigo. —esas fueron las ultimas palabras que le dije a Lucas. Yo criaría a mi bebé, con o sin un padre.

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