Capítulo 25
—Era yo. —Asintió José—. Tú hiciste una buena acción sin dejar tu nombre. Me tomó cinco años descubrir que fuiste tú quien me salvó.
Ángela frunció el ceño. —¿Entonces te gusto solo porque te salvé?
José soltó una risa. —Por supuesto que no. Creo que me enamoré de ti mientras te buscaba. Leí en internet que el amor de los hombres nace de la curiosidad por una mujer, y me parece que eso es muy cierto.
José miró a Ángela con ternura. —En resumen, te he amado durante diez años. No quiero volver a perderte.
Ángela quedó atónita, sin poder reaccionar durante un buen rato.
Resultaba que también había alguien que la había amado durante diez años, tal como ella había amado a Rubén.
Pasados unos momentos, Ángela negó lentamente con la cabeza. —No pierdas tu tiempo conmigo. Esto no terminará bien.
Ya no tenía el valor de volver a amar. De verdad, no lo tenía.
José murmuró: —Angi, amarte es asunto mío, no tuyo. Aunque esto no termine bien, no me arrepiento.
Ángela se sorprendió. —¿Dar tu corazón

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