Capítulo 42
Catalina aún no había respondido cuando Pedro habló con sorpresa: —Señor Alejandro, como esposo de Catalina... ¿no me diga que ni siquiera sabe que a ella le gusta el jugo de mango?
Los dedos de Catalina se curvaron ligeramente, entrelazados con suavidad, mientras apretaba los labios en silencio.
Le encantaban los mangos, y, por consiguiente, también el jugo.
Una vez, cuando Alejandro regresó a casa a cenar, algo que no ocurría con frecuencia, ella le preparó jugo de mango.
Pero Alejandro dijo que el sabor del mango y del jugo le parecía extraño y desagradable.
Desde entonces, ella no volvió a comer mango, ni a consumir ningún derivado de este.
A un lado, Valentina intervino con voz suave:
—A Alejandro no le gusta mucho el sabor del mango.
Pedro sonrió con ligereza. —El señor Alejandro conoce bien los platillos favoritos de la señorita Valentina. Siendo el esposo de Catalina, también debería saber qué es lo que a ella le gusta comer, ¿no cree?
Alejandro guardó silencio unos segundos, y

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