Capítulo 58
...
Andrés abrió la puerta de la oficina, y Alejandro entró cargando a Catalina en brazos. La acomodó con cuidado en el sofá y marcó un número en su celular.
—Ven a mi oficina de inmediato.
Dicho esto, colgó sin agregar una sola palabra.
Catalina le lanzó una mirada fugaz a Alejandro.
Sus labios delgados y bien definidos estaban firmemente apretados; su rostro, de rasgos impecables, se mantenía tenso, reflejando claramente su mal humor.
Pero, ¿qué razón tenía él para estar molesto?
¿No era él mismo el responsable de todo lo que ella había vivido ese día?
—Lo siento. —La voz grave del hombre rompió el silencio de la oficina. —No imaginé que Elena te trataría así.
Catalina esbozó una ligera sonrisa teñida de ironía.
—Claro, hay muchas cosas que no imaginaste. No pensaste que doña Luciana me haría la vida imposible, que los empleados me humillarían, que Lucas me insultaría... y ahora, tampoco imaginaste que tu secretaria me trataría como si fuera una criminal.
Clavó sus ojos en Alejandro,

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