Capítulo 59
Alejandro humedeció la toalla, con la intención de aplicársela primero en los pies a Catalina.
Ella extendió la mano para tomar la toalla. —Puedo hacerlo yo misma.
Alejandro esquivó su movimiento. —No te muevas.
La herida en el pie de Catalina era un golpe fuerte. Por suerte, no había afectado el hueso, pero cualquier movimiento le resultaba sumamente doloroso.
Apenas la toalla tocó su piel, una punzada aguda le atravesó el cuerpo.
Catalina no pudo evitar inhalar con fuerza.
Los ojos oscuros del hombre se posaron de inmediato sobre ella. —¿Te duele mucho?
—No tanto.
—La pomada de Leonardo es muy buena, no tienes por qué preocuparte.
Después de aplicarle la compresa, Alejandro comenzó a ponerle el medicamento.
Una sensación de frescura se extendió de inmediato, aliviando notablemente esa quemazón que sentía.
A simple vista se notaba que esa pomada era de alta calidad, nada que ver con los productos que se consiguen en farmacias comunes.
Catalina bajó la mirada, observando con atención l

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