Capítulo 66
Los ojos negros de Alejandro eran tan profundos como la tinta. Esta vez, no dudó de que Catalina dijera la verdad como lo había hecho en el pasado, y en lugar de confrontarla, dirigió la mirada hacia Rosa.
—Rosa, ¿es cierto?
Ella escuchó los murmullos a su alrededor y quedó paralizada del susto.
¡Jamás se le habría pasado por la cabeza que Catalina fuera la esposa de Alejandro!
Al parecer, su llegada repentina al Grupo Solara no tenía nada que ver con Ignacio, sino con su vínculo con Alejandro.
Al pensarlo, Rosa sintió un desprecio aún mayor hacia Catalina.
Pero lo que realmente la dominaba era la envidia.
¡Esa mujer sí que tenía suerte!
Estuvo a punto de negarlo, de dejar a Catalina en ridículo delante de todos.
Pero sabía perfectamente que una mentira así no aguantaría ni medio cuestionamiento.
No podía perder su empleo solo por un arranque de celos, así que, con el rostro tenso, dijo: —Es cierto, la señorita Catalina es, en efecto, la nueva directora del Grupo Solara.
Al oírla, todo

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