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Capítulo 1 Reconocimiento de la familia

Santa Aurelia. Filial de la Corporación Quetzal. El helicóptero descendió lentamente. Cuando estaba a punto de aterrizar, la compuerta se abrió y una figura alta y muy simpática saltó con agilidad sobre la plataforma. La asistente la siguió de inmediato. En la pista de aterrizaje, un hombre vestido con traje se apresuró a recibirla; su tono revelaba cierta tensión. —Señorita Susana, ha llegado. El viaje fue largo y agotador, ¿desea ir a comer? —Directo a la oficina —respondió Susana con voz fría. Su bonita y definida cara no mostraba emoción alguna; su mirada era distante, aunque no lograba ocultar la nobleza innata de una señorita de familia distinguida. El hombre asintió enseguida y, mientras la guiaba, no pudo evitar comentar: —Señorita Susana, ¿de verdad desea empezar como gerente? Con su trayectoria y capacidad, podría asumir directamente el cargo de CEO. —He venido aquí para desarrollarme paso a paso. Si entro como CEO de inmediato, generaría muchas dudas —contestó Susana con indiferencia. Apenas entró en la oficina, Susana recibió una solicitud de videollamada. Contestó y en la pantalla aparecieron sus padres. —Susi, ya llegaste —dijo Mariana Rojas con nostalgia. —¿En verdad quieres ir con tu familia biológica, la familia Valdez? Ellos no son más que un pequeño clan. Si no te acostumbras y sufres algún agravio, ¿qué harás? Mientras hablaba, Mariana no pudo evitar bajar la cabeza para secarse las lágrimas. —¡Basta! —Samuel Morales arrugó la frente, y con voz imponente dijo: —La familia Valdez es la familia biológica de Susana. Quizás en aquel entonces la perdieron por accidente y todos estos años probablemente la han buscado. Sea como sea, Susana debe ir a verlos. Si la familia Valdez la trata bien, entonces Susi podrá recibir el doble de amor. Si la familia Valdez la trata mal, entonces esa familia no vale la pena. ¡Nosotros siempre seremos su respaldo! El corazón de Susana se abrigó un poco. Sus largas pestañas descendieron ligeramente y un brillo húmedo asomó en sus ojos. Con voz suave, dijo: —Mil gracias, papá y mamá. Solo que no sé si, después de tantos años sin vivir con la familia Valdez, ellos me aceptarán. Samuel negó de inmediato. —¿Cómo podría ser posible? Te hemos formado con grandes inversiones desde pequeña. A muy corta edad ya te graduaste con doble titulación de universidades prestigiosas. Todos los profesores que contratamos para ti, después de enseñarte, quedaron maravillados, diciendo que jamás habían visto una capacidad de aprendizaje como la tuya. —No solo eres talentosa en las artes, también en medicina, finanzas y muchos otros campos. Grandes personalidades sueñan con tenerte como alumna. Eres tan encantadora... ¿Cómo la familia Valdez no iba a quererte? Mariana también dijo con enojo: —¡Exacto! Susi, eres tan sobresaliente que la familia Valdez, al tener una hija como tú, debería sentirse inmensamente afortunada. Si no fuera porque son tus padres biológicos, jamás les habríamos enviado recursos en secreto, ayudando a que la familia Valdez creciera tan rápido de un pequeño clan a convertirse en una de las cinco familias más poderosas de Santa Aurelia. Ante la protección y el cariño desbordado de sus padres, Susana no pudo evitar sentirse un poco impotente. Sus ojos se enrojecieron levemente y asintió despacio. —Lo sé muy bien, gracias, papá y mamá. Pase lo que pase, ustedes siempre serán mis padres. Mariana y Samuel mostraron una sonrisa de alivio. Samuel dijo: —Acabas de llegar. No es tarde aún, así que descansa temprano. No te molestaremos más. Tras unas breves palabras, la llamada terminó. Susana miró por la ventana. Santa Aurelia. Era la ciudad que seguía a Monteverde en importancia. Y también era la ciudad donde residían sus padres biológicos. Apenas un año atrás había sabido que no era hija biológica de la familia Morales. Después, la familia Morales encontró a sus verdaderos padres. Esta vez, Susana había venido a Santa Aurelia no solo para desarrollar la filial, sino también para conocer a sus padres biológicos. Al pensarlo, incluso se sintió un poco nerviosa. —¿Está todo preparado? —preguntó Susana. La asistente respondió enseguida: —Señorita Susana, no se preocupe, todo está listo. ¿Cuándo partimos? Susana meditó un instante. —Me asearé un poco y saldremos. —De acuerdo. Después de ducharse, Susana se cambió a ropa limpia. Al salir, vio que los documentos y proyectos de la empresa ya estaban sobre la mesa. Solo echó un vistazo y, para su sorpresa, encontró un nombre conocido. —Grupo Solamérica... —murmuró Susana. Resultaba que se trataba de un proyecto de la empresa de su familia biológica, quienes buscaban firmar una colaboración con la filial de la familia Morales. Susana hojeó rápidamente los documentos. Según los criterios normales, Solamérica no cumplía con los requisitos de cooperación. Sin embargo, tras pensarlo un momento, decidió aprobar el proyecto y lo entregó al gerente de ejecución. Después partió rumbo a la casa de los Valdez. Al elegir vehículo, Susana dudó un instante y optó por el más sencillo. Al fin y al cabo, comparada con la familia Morales, la familia Valdez era demasiado pequeña. Si llegaba de manera ostentosa, temía que sus padres se sintieran incómodos. ... En la casa de los Valdez. Como una de las cinco familias más poderosas de Santa Aurelia, la mansión de la familia Valdez era imponente. Ese día estaba decorada con gran esplendor para celebrar el logro de la señorita de la familia, Dolores Valdez, quien había obtenido el primer lugar en el concurso de piano de Santa Aurelia y estaba a punto de competir a nivel nacional. En la sala, el ambiente era cálido. —Dolores, eres maravillosa. —La elogió Laura Rodríguez con cariño. Ella curvó ligeramente los labios en una sonrisa, pero enseguida bajó la mirada con expresión de preocupación. —Dolores, ¿qué ocurre? —preguntó Laura con inquietud. Fabián Valdez, que estaba al lado, no dijo nada, pero también la miraba con preocupación. Dolores mordió sus labios y, tras dudar, confesó: —Tengo miedo de que mi hermana regrese. Si no nos llevamos bien, ¿qué haré? He ocupado el lugar de mi hermana durante tantos años... ¿Y si ella me odia? Sus ojos se llenaron de lágrimas y su mirada reflejaba tanta ansiedad que tanto Laura como Fabián sintieron un profundo dolor. Laura la consoló. —Dolores, no te preocupes. Después de tantos años, hace tiempo que te consideramos nuestra hija biológica. Apenas la hemos visto en años. Te aseguro que, aunque regrese, no afectará en nada tu posición. La mirada de Dolores mostró emoción, aunque en su cara seguía reflejándose la angustia. Estaba por decir algo más cuando Benito Valdez bajó emocionado desde el piso superior. —¡La Corporación Río Claro aceptó colaborar con nosotros! —¿De verdad? —Laura se mostró sorprendida. Benito asintió. —Acabo de recibir la noticia. Mañana me reuniré con ellos para negociar. Es muy probable que se cierre el trato. —¡Qué maravilla, por fin lo logramos! —Ella no pudo evitar sonreír. —Dolores, ¿a qué viene ese comentario? —preguntó Benito con extrañeza. Dolores miró las caras de todos, apretó los labios y finalmente reveló. —En realidad, fui a ver al CEO de la Corporación Río Claro para pedirle que le diera una oportunidad a papá. Y no imaginé que realmente tendría éxito.
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