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Capítulo 2 Calculadora: la falsa rica.

Susana entró; su aspecto se parecía un poco al de Laura, pero era aún más hermosa. Dolores clavó de inmediato sus uñas en la carne de su palma. Había creído que aquella hija perdida sería torpe y vulgar, pero no esperaba que resultara tan hermosa. Laura y Benito también se mostraron muy sorprendidos. Susana observó a las personas en la sala y habló en voz baja, rompiendo el silencio: —Hola, soy Susana, soy... Su hija. El tono de Susana era sereno, su actitud tranquila; no parecía un reencuentro familiar, sino más bien una negociación. Solo en sus ojos brillaba una leve y casi imperceptible esperanza. Laura reaccionó, aunque su primera mirada fue hacia Dolores, cargada de preocupación. Luego, dijo: —Susana, ven, siéntate. Susana se acercó y tomó asiento en el sofá. Todos la miraban con atención, lo que hizo que se sintiera un tanto incómoda. Dolores, al fijarse en la ropa de Susana, finalmente se tranquilizó. Tal como había imaginado: aunque Susana era hermosa, no llevaba ninguna prenda de marca. Lo más probable era que hubiese sido criada por gente común. —Hermana, has regresado —dijo Dolores con una voz suave y delicada. —Todos te hemos extrañado mucho. Susana la miró y al instante comprendió quién era: la falsa señorita de familia rica que había ocupado su lugar en la familia Valdez. Respondió con un leve "mm". Los ojos de Dolores se llenaron de lágrimas de inmediato. —Susana, ¿no me quieres? Ella se mostró muy desconcertada. No entendía. —¿Por qué no habría de quererte? Dolores bajó la cabeza, con la voz entrecortada. —Sé que debes odiarme por haber ocupado tu lugar. Lo siento de verdad. Si no me aceptas, puedo marcharme ahora mismo. La cara de Fabián se endureció de golpe. De inmediato protegió a Dolores detrás de sí y miró a Susana con frialdad. —Ustedes fueron intercambiadas, pero no fue culpa de Dolores. No tienes por qué descargar tu enojo sobre ella. Al sentir aquel rechazo repentino, Susana guardó silencio. Se dio cuenta de que la familia Valdez no parecía darle la bienvenida. Dirigió una mirada hacia Dolores y soltó una ligera risa. —No recuerdo haber dicho nada de eso. No seas tan sensible. Si ustedes no me quieren aquí, no tengo problema en no volver. Estas palabras despertaron un sentimiento de culpa en los presentes. Laura se apresuró a tomarla de la mano. —Susana, no quisimos decir eso. Y, mirando a Dolores, añadió: —Dolores, Susana no pretende echarte. No te pongas tan nerviosa. Ella mostró una sonrisa rígida al principio, pero pronto la transformó en una expresión alegre. —Está bien, Susana, bienvenida a casa. ¡Incluso te preparé un regalo! Dolores sacó productos de cuidado de la piel de marca. Susana los miró brevemente y también sacó los obsequios que había preparado. —Papá, estos son granos de café. Mamá, esta es una mascada de seda de Chanel para ti —dijo Susana. En cuanto a Fabián... Susana no tenía interés en agradar a alguien que no la apreciaba. Fabián la observó varias veces, esperando, y al no ver que Susana sacara un regalo para él, se sintió levemente decepcionado. Dolores, en cambio, al ver los obsequios, exclamó sorprendida: —¡Susana, eres increíble! Esta mascada de Chanel está agotada desde hace años. Incluso mamá no pudo comprarla en su momento, ¡y tú la conseguiste! Y estos granos de café son carísimos, solo las familias centenarias de Santa Aurelia pueden obtenerlos... Mientras hablaba, pareció darse cuenta de que había dicho algo inconveniente y enseguida se tapó la boca con la mano.

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