Capítulo 7 La única persona sensata
Andrea miró a Susana y, con una voz clara y cargada de autoridad, preguntó: —¿Tú eres Susana?
Ella, que ya intuía su identidad, respondió con cautela: —¿Y usted es...?
—Soy tu abuela —dijo Andrea con serenidad, recorriéndola de arriba abajo con la mirada. —Tienes, sin duda, el porte de la familia Valdez.
El semblante de Susana permaneció sereno. La impresión que le causaba Andrea no era tan interesada ni calculadora como la de Benito y Laura.
—¿Vino por algún motivo en particular? —preguntó Susana con calma.
Andrea mantenía un gesto severo, pero enseguida sacó un hermoso brazalete de jade y se lo tendió. —Un obsequio de bienvenida.
Susana reconoció al instante la calidad de la pieza: jade translúcido con un halo sutil de belleza discreta, valorado en más de cien mil dólares.
No obstante, no lo tomó de inmediato. Andrea frunció apenas las cejas. —¿Qué ocurre, no te gusta?
—Doña Andrea, la familia Valdez ya tiene a una señorita. Tal vez no me necesiten a mí —respondió Susana con delicade

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