Capítulo 62
Nancy lo miró con una expresión ligeramente afilada. —Entonces, ¿por qué hiciste eso? ¿Y encima lo ocultaste para hablarme de negocios?
Teodoro, al percibir el brillo de cautela en sus ojos, se sintió de pronto algo contrariado.
Vaya, sí que era una desagradecida.
Él la había ayudado y, aun así, ella actuaba como si quisiera perjudicarla.
Teodoro giró la cabeza, tomó el volante, encendió el auto y, con tono indiferente, dijo:
—Somos novios de palabra. Si tú vives en la miseria, yo también quedo en ridículo. Además, la tecnología que posees es algo que necesito. No es un mal negocio para mí. En cuanto a ocultártelo, eso sí que no lo admito...
—Tú nunca me has preguntado mi identidad, y yo tampoco te la he ocultado, ¿o sí?
Nancy guardó silencio.
Pues... parecía tener razón.
En efecto, ella nunca le había preguntado, así que él tampoco había dicho nada.
Pero, de todos modos, el hecho de que Teodoro se acercara a ella siempre le transmitía una sensación de peligro, sutil pero persistente.

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