Capítulo 26
Sofía apretó la mano de Gisela y la consoló con ternura. —Tía Valeria se va a poner bien, ya lo verás.
Al escuchar el nombre de su madre, el ánimo de Gisela volvió a hundirse. Asintió sin decir nada, con el pecho apretado.
Notando que el ambiente se volvía demasiado denso, Sofía cambió de tema al instante, como siempre hacía. —Hermano, ¿tú estás saliendo con alguien?
Gisela sintió que la respiración se le detenía. Su corazón subió hasta la garganta.
Federico se quedó en silencio un segundo antes de responder: —No.
—Lo sabía. ¿Cómo puede ser que sigas soltero después de tantos años? —Sofía lo dijo en tono de burla, sin ninguna seriedad—. A tu edad, nuestro padre ya había hecho mil cosas, ¿no?
En la penumbra del auto, a Gisela se le escapó una sonrisa.
Sofía seguía siendo la misma de siempre: impulsiva, desinhibida, divertida.
Federico no respondió. Estaba acostumbrado desde hacía años a las bromas de su hermana.
—Con esa cara tan bonita... qué desperdicio. —Bufó Sofía, como si de pronto

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