Capítulo 71
Al día siguiente, el conductor Álvaro llevó a Gisela a la empresa en el nuevo auto utilitario que Federico había comprado.
Ir en auto realmente ahorraba mucho tiempo; cuando llegaron a la empresa, apenas eran las ocho y treinta y tantos.
A esa hora no había mucha gente esperando el ascensor; en cuanto llegó, Gisela entró.
Gisela extendió la mano para pulsar el botón, pero el caballero a su lado también extendió la mano al mismo tiempo; ambos iban a pulsar el piso veintisiete y, sin querer, sus dedos se rozaron.
Gisela retiró la mano de inmediato. —Perdón.
—No pasa nada. —La voz del hombre era suave y cálida.
Muy pronto, el ascensor llegó al piso veintisiete.
El hombre salió del ascensor.
Gisela también salió detrás de él.
—¡Señor Andrés, buenos días!
—Buenos días, señor Andrés.
—Señor Andrés.
Allá por donde pasaba el hombre, todos lo saludaban.
Gisela levantó la mirada hacia el hombre que caminaba unos pasos por delante.
El hombre tenía una figura alta y esbelta, hombros anchos y cintu

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