Capítulo 23
Lorena aguantó hasta terminar su jornada laboral antes de tomar un taxi hacia Villa Nube Serena, pero quien abrió la puerta fue Daniela.
Daniela llevaba puesto un pijama; parecía no esperarla y mostró cierta sorpresa. —¿Lorena? ¿No dijo Salvador que hoy no estarías aquí?
Lorena palideció; sus ojos recorrieron rápidamente el interior de la casa antes de empujarla con fuerza hacia un lado.
Daniela retrocedió varios pasos, y una frialdad cruzó por su mirada. Sin embargo, cuando levantó la cabeza, su expresión volvió a ser dulce.
—Si tú y Salvador tienen algún malentendido, será mejor que lo aclaren pronto.
Apenas terminó de hablar, Lorena se giró y le dio una bofetada.
—¡Daniela, eres repugnante!
Daniela se llevó la mano a la mejilla sin decir una palabra.
Lorena escuchó pasos detrás de ella y, de pronto, alguien la empujó bruscamente.
Gonzalo fue el primero en acercarse a Daniela. Era un hombre imponente, de alrededor de un metro ochenta y siete de altura.
—¿Daniela, estás bien?
Daniela

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