Capítulo 10

—¿De verdad... quieres divorciarte? Valeria alzó el rostro. Sus labios pálidos temblaban, pero en sus ojos brilló una chispa de alegría. De pronto se lanzó a los brazos de Adrián. —Pensé... que en esta vida nunca tendría la oportunidad de volver a estar contigo. Él se quedó rígido un segundo, luego la rodeó con el brazo, abrazando sus hombros frágiles. También quería a Valeria. También deseaba casarse con ella. Pero aun así, una punzada inexplicable le atravesó el pecho. Instintivamente se frotó el entrecejo, convencido de que seguramente era porque no había dormido en toda la noche, y por eso sus emociones estaban tan sensibles. —Descansa bien. Cuando te recuperes un poco, nos casaremos. Le dio unas palmaditas en la espalda, sin darse cuenta de lo suave que se había vuelto su voz. Cuando Gabriela vio entrar al médico, preguntó de inmediato: —¿Cómo está mi hija? —No se preocupen —respondió el médico—. No tiene mayores problemas físicos. Principalmente sufrió un desmayo por un fuerte sh