Capítulo 9
Las luces de la ambulancia se entrecruzaban en la noche, parpadeando con urgencia. Adrián apretaba la mano de Valeria con tanta fuerza que los nudillos se le habían puesto blancos.
Valeria estaba encogida sobre la camilla, el rostro pálido lleno de pánico.
Rafael y Gabriela la acompañaban con ansiedad evidente, vigilando cada uno de sus gestos, temiendo que sufriese siquiera una mínima molestia.
—¿Por qué no llegamos todavía? ¿Cuánto falta para el hospital?
Adrián miraba los semáforos rojos sucediéndose uno tras otro y no pudo evitar apremiar con impaciencia.
En ese momento, Valeria comenzó a toser.
Adrián se inclinó de inmediato. —No tengas miedo, ya casi llegamos.
La sostuvo medio recostada en su pecho, acariciándole suavemente la espalda.
Con los ojos enrojecidos, Valeria miró a los tres que la rodeaban y dijo débilmente: —Adrián... padre, madre... pensé que nunca volvería a verlos... Tenía tanto miedo...
Gabriela sintió cómo el corazón se le partía y le acarició la espalda tembloro

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