Capítulo 20
Los últimos resplandores del atardecer se filtraban a través de la cúpula de cristal del pabellón y se derramaban sobre el suelo. Bruno observaba la manera en que Sofía contemplaba con atención las piezas de la exposición.
De pronto habló: —Ahora que lo pienso, ya podemos firmar.
Sofía detuvo sus movimientos y enseguida abrió rápidamente su bolso.
El contrato dentro de la carpeta estaba tan intacto como nuevo.
—Señor Bruno, usted siempre cumple lo que promete.
Bruno tomó el contrato y la pluma estilográfica: —Señorita Sofía, usted lleva el contrato consigo todo el tiempo. Esa dedicación es difícil de encontrar. ¿Ha pensado en cambiar de empresa? Podría pagarle más que la jefa Natalia.
A Sofía le hizo gracia su comparación: —Solo estoy acostumbrada a prepararlo todo con antelación. Usted me sobrestima.
—Ahora sí que tengo curiosidad.
Bruno dejó repentinamente la pluma a un lado, su mirada chocando de lleno contra los ojos de ella. —Una persona como usted, señorita Sofía, ¿por qué decidi

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