Capítulo 147
Me quedé de pie a la orilla de la calle, sin moverme.
Zacarías no pudo evitar apresurarme con un leve reproche: —Señorita Bianca, será mejor que suba al auto. Hay tanta gente mirándonos, no es apropiado que lo vean...
—Si sabes que no es apropiado que lo vean, ¿Entonces por qué se detuvieron aquí?
Lo miré fijamente a los ojos. —Váyanse ustedes primero, esta noche no vuelvo a casa.
Vi que el hombre sentado en el interior del auto pareció detenerse, pero no dijo nada ni levantó la mirada hacia mí. Siguió calmado, concentrado en los documentos que tenía en la mano, y luego los dejó lentamente a un lado.
Al ver aquello, Zacarías no tuvo más remedio que armarse de suficiente valor y me dijo: —Señorita Bianca, por favor, suba al auto.
Mientras hablaba, bajó de pronto la voz y, casi rozando mi oído, murmuró: —No provoque más al jefe Salvatore. En la fiesta de cumpleaños, hace apenas un momento, usted ya...
—¿Y entonces qué se supone que hice?
Lo interrumpí con una sonrisa.
Desde que desperté

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