Capítulo 89
Noté que el ambiente entre esas personas tenía algo extraño; Gonzalo parecía estar demasiado pendiente de Valeria.
Salvatore recibió una llamada y nos dejó solos a los tres.
Gonzalo me miró y, de repente, dijo: —No hace falta que adivines, los tres crecimos juntos desde pequeños.
Así que era eso...
Eran amigos de la infancia. Al parecer, además de la relación entre Salvatore y Valeria, también existía entre Gonzalo y ella un sentimiento sutil y diferente.
La expresión de Valeria se alteró apenas un instante y le dijo a Gonzalo: —Estoy bien, no tienes que preocuparte por mí.
El tono de Gonzalo sonó de pronto un tanto sarcástico. —Claro que no me preocupo por ti, ¿de qué serviría? Sigues siendo igual de obstinada.
Valeria no contestó y bajó la cabeza.
Parecía que entre los dos se comunicaban en clave.
Cuando entró Salvatore, la tensión se alivió un poco.
No sabía si él se había percatado de esa vaga complicidad entre ambos; daba la impresión de que no los veía y, como si nada, me dijo: —

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