Capítulo 90
Yo no dije nada, y Salvatore metió la mano en mi blusa.
—¡Salvatore, ¿qué vas a hacer?!
Me sobresalté y, de inmediato, lo empujé.
Los dedos de Salvatore se deslizaron por mi piel, jugueteando unos segundos antes de retirarse lentamente, como si lo de hace un instante no hubiera sido un arrebato de descontrol, sino solo una lección que quería darme.
Respiré hondo; mi pecho se agitaba con violencia mientras lo miraba con cierta humillación.
Salvatore, en cambio, me observaba con total serenidad, como si nada hubiera pasado. —Ya que no quieres aquí... entonces responde bien a mi pregunta.
De pronto se volteó, aprisionándome bajo su cuerpo.
—Después de tanto tiempo de viaje, es justo complacerte como corresponde.
Cerré los ojos con aversión, respondiendo únicamente a su tema anterior: —¡Sí! Te bloqueé, pero fue porque estaba alterada en ese momento.
Por supuesto, yo no podía delatar a Carlos. Solo pude sacar el móvil y extendérselo. —Desbloquéalo tú.
La voz de Salvatore no mostró ni una pi

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