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Capítulo 5

El corazón de Sofía se encogió de golpe. Instintivamente avanzó y le arrebató de las manos a Álvaro la carta de admisión. —¿Qué haces? —Su voz temblaba apenas, más cargada de desconfianza que de miedo. La mano de Álvaro quedó suspendida en el aire, sorprendido por la reacción exagerada. Enseguida, su mirada se volvió fría: —El cartero dijo que no había nadie en tu casa y que tu contacto de emergencia soy yo. Solo firmé en tu lugar. Contacto de emergencia... El pecho de Sofía se sintió como si lo atravesara una aguja, un dolor punzante y sutil. Ese detalle lo había configurado mucho tiempo atrás, cuando Álvaro la amaba y ella había atado a él todos sus vínculos más importantes. Sofía bajó la mirada, ocultando las emociones que se agitaron en sus ojos: —Olvidé cambiarlo. Después lo modificaré. Ya no lo miró más. Tomó rápidamente un bolígrafo de la mesa cercana y firmó su nombre en el registro. A partir de ese momento, su vida y la de él no tendrían más lazos. Terminada la firma, se dio la vuelta para marcharse. Pero escuchó a Álvaro preguntar al cartero: —¿Solo vino esta carta? ¿No está la mía? Aplicamos a la misma universidad, deberían llegar juntas. El cartero confirmó: —Sí, únicamente esta. El ceño de Álvaro se frunció con mayor fuerza. La llamó: —Ábrela, quizá mi carta esté dentro junto con la tuya. Sofía se detuvo, sin girarse, y respondió con absoluta firmeza: —No. La seguridad de su tono lo desconcertó, generándole inquietud. Insistió: —¿Por qué estás tan segura? Sofía inhaló profundo, lista para confesar la decisión que llevaba tanto tiempo guardada, cuando el celular de Álvaro sonó. Era una llamada de Natalia. Apenas contestó, la voz de ella, entre sollozos, irrumpió por el auricular: —Álvaro, ¿dónde estás? Tengo miedo, siento que alguien me sigue... El rostro de Álvaro cambió de inmediato. Contestó nervioso: —¡No tengas miedo! Quédate ahí y mándame tu ubicación, voy enseguida. No le dedicó a Sofía ni una última mirada, tampoco alcanzó a escuchar sus palabras: [cambié mi aspiración, no vamos a la misma universidad.] Ya estaba corriendo hacia el carro. El rugido del motor retumbó y desapareció en la distancia. Sofía permaneció quieta, mirando cómo el vehículo se alejaba, y dentro de ella se extinguió la última ola de emociones. Días después, empezó a preparar en silencio su equipaje para el viaje. La Universidad del Sur quedaba a miles de kilómetros; debía organizarlo todo desde cero. Mientras tanto, el WhatsApp de Álvaro se mantenía inusualmente activo. Cada día subía nuevas publicaciones en sus estados, en todas aparecía Natalia. Escalaron montañas para ver el amanecer, Natalia recostada en su hombro con un mar de nubes al fondo. Acamparon y, alrededor de la fogata, Natalia lo alimentaba con brochetas entre risas. Recorrieron muchos destinos turísticos, posando abrazados y besándose en cada lugar emblemático. En todas las fotos, los ojos de Álvaro brillaban con una sonrisa relajada. Los comentarios de los compañeros se sucedían en la parte inferior: [Álvaro, ¿esto es oficial ya?] [¡Que duren para siempre!] [Natalia sí que sabe, logró quedarse con Álvaro.] Sofía deslizó la pantalla, viendo esas imágenes hirientes. Sintió en el pecho una opresión, como si llevara una piedra pesada dentro. Pero, curiosamente, ya no era un dolor que le impidiera respirar. Así debía sentirse cuando el corazón muere por completo. El día que regresó a la escuela a recoger su expediente, el sol brillaba radiante. Apenas cruzó la puerta, vio a Natalia del brazo de Álvaro frente al tablón de anuncios, posando coqueta y sonriendo hacia la cámara del celular. Álvaro, aunque conservaba ese aire serio de siempre, tenía la comisura de los labios levantada, complaciéndola en cada toma. Sofía los observó desde lejos. En un instante, los recuerdos la invadieron. También recorrieron de la mano cada rincón del campus. Él la acorraló contra la pared para besarla. Soñaron en las mesas de clase con entrar juntos a la Universidad del Norte y pasar del uniforme escolar al vestido de novia. Todos aquellos recuerdos, tan hermosos que parecían irreales, ahora no eran más que un sueño lejano y borroso. Desde que Natalia apareció, todo cambió. Y Sofía entendió que entre ella y Álvaro, ya no había futuro.

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