Capítulo 11
El mayordomo estaba nervioso: —¡Pero, señor, la señora Esther estuvo aquí anoche!
—Ella regresó empapada por la lluvia y subió las escaleras algo apresurada. Me pidió que no la molestara. ¿Cómo es posible que haya desaparecido?
Enseguida el rostro de Alberto se ensombreció de manera aterradora.
—¿Qué ha estado haciendo Esther estos días? ¿Y a dónde fueron las cosas de su cuarto? Dímelo ahora mismo.
El mayordomo no se atrevió a mentir y relató uno a uno con detalle todos los movimientos recientes de Esther.
—La señora Esther, durante estos últimos días, ha estado de muy mal ánimo y en un estado bastante extraño. Con tristeza la primera vez fue cuando regresó sola, cargando a la señorita Mónica a la espalda, y llegó empapada por la lluvia.
—La segunda vez, después de regresar empapada por la lluvia, la señorita Mónica tuvo fiebre alta. Aunque el médico de la familia la atendió, no mejoró en lo absoluto. Ella lloró desconsolada en su habitación durante tres días completos y no quiso comer

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