Capítulo 275
—Te aplicaré el medicamento.
Apenas dijo esto, el mayordomo ya le había entregado la pomada.
—No se preocupe yo misma lo haré. —Ana intentó arrebatársela, pero Luis la sujetó.
—Lo haré yo. —dijo Luis con un tono que no admitía discusión alguna.
Ana apretó con fuerza los puños, giró el rostro y no dijo nada más.
Luis relajó el semblante y, con movimientos suaves y firmes, comenzó a aplicar la pomada en su cuello.
Sus dedos rozaron su piel, y el contacto frío hizo enseguida que Ana se estremeciera de manera involuntaria, sintiendo un rechazo instintivo. Tuvo que apretar los dientes para obligarse a no apartarse.
Después de aplicar con sumo cuidado el medicamento, el mayordomo le entregó a Luis una nueva bolsa de hielo.
Luis la sostuvo con una mano, colocándola sobre la mejilla golpeada, mientras extendía la otra para que el mayordomo le atendiera la quemadura en el dorso de la mano.
La zona quemada ya estaba bastante hinchada, y en la parte más grave incluso habían aparecido grandes ampo

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