Capítulo 290
—Solo basta con decir que, durante los días que estuviste hospitalizada, el señor Tomás no dejó de cuidarte ni un solo momento, como si deseara que tu enfermedad se trasladara a él, que fuera él quien sufriera por ti. Y eso que él mismo también estaba enfermo.
—Ese día, cuando se lanzó al agua para salvarte, permaneció con la ropa empapada observando cuidadoso cómo te atendíamos, y no aceptó cambiarse hasta que saliste de peligro. En ese momento tenía fiebre alta, pero aun así no se apartó de tu lado y te cuidó sin Descanso alguno.
—No quería preocuparte, así que ni siquiera se atrevió a contártelo. Tomaba cualquier medicina al azar y seguía sin descansar bien; cada día iba y venía sin cesar por todo el hospital.
—Y esta bufanda... dime tú, ¿qué chico el día de hoy día estaría dispuesto a esforzarse tanto por aprender algo así? Todos prefieren ir y comprar una ya hecha y punto. Sinceramente, te envidio demasiado. Tener un hermano como el señor Tomás es una verdadera bendición.
Mientras

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