Capítulo 15
Pero David ya no estaba dispuesto a creer una sola palabra de ella. Ni siquiera quiso mirarla más, y negó con frialdad cada una de sus súplicas: —No voy a creerte. Si no hubieras tramado tantas veces contra Marisol, jamás habríamos llegado hasta este punto.
—Carmen, eres repugnante.
Las palabras, directas y cargadas de desprecio, dejaron a Carmen paralizada en el suelo, sin reaccionar.
La crudeza del rechazo la hizo quedarse helada. Lo miró fijamente, tan intensamente que David llegó a sentirse incómodo.
Cuando él dio media vuelta para marcharse, Carmen, con esfuerzo, se puso de pie, secó las lágrimas de sus ojos y dejó que solo el rencor y la burla ocuparan su mirada: —¿Dices que soy malvada, David? ¿Acaso tú eres mejor que yo?
Luego miró a Susana, a Rodrigo y a Héctor, que solo la observaban con repulsión.
—Ustedes son igual de egoístas y ridículos.
—Marisol tuvo el accidente porque quería salvarlos. Terminó en coma cinco años y jamás sintieron culpa ni gratitud. En lugar de eso, ado

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